Ruido de fondo

El momento de los escritores

ETA ha dejado de matar, pero el enfrentamiento entre los violentos y los demócratas no ha terminado. Que la banda haya cesado su actividad de modo unilateral y sin concesiones políticas no convierte automáticamente en vencedor al Estado de derecho. Ahora queda lo más importante: ahora hay que contarlo. El vencedor de este enfrentamiento se conocerá cuando sepamos cómo se cuenta definitivamente la historia de ETA a los niños vascos del año 2050. Quién nos iba a decir a estas alturas que la literatura iba a tener tanta importancia en la resolución del conflicto, como diría un escritor abertzale.

La batalla por el relato oficial de los hechos acaecidos en el País Vasco entre 1975 y 2011 acaba de empezar. Será un enfrentamiento menos cruento que el padecido durante estos años, más larvado, pero igualmente salvaje y definitivo. Y es en esta pugna por narrar lo que sucedió donde hay que colocar una de las frases más repetidas esta semana por los políticos nacionalistas vascos: que en esta historia de terror no puede haber vencedores ni vencidos.

La idea, como casi todas las que vienen del nacionalismo, tiene trampa. Bajo un manto de buen rollo ecuménico, en realidad se proclama la victoria de ETA, que en un teórico empate quedaría equiparada al Estado. Si esta es la narrativa que triunfa finalmente, da igual que ETA se haya hecho el harakiri: habrá vencido y su historia será la de una cuadrilla de muchachotes nobles, pero empecinados, que supieron reconocer su error a tiempo, y que como el hijo pródigo de la parábola decidieron finalmente volver a casa.

Han cesado las pistolas. Es el momento de los escritores.

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