Marco Incomparable

Bien apretá

 

En el colegio de Carolina del Sur en el que estudié COU, además de prohibir las taquillas por si a algún listo se le ocurría  almacenar en ellas drogas u otros objetos metálicos que no pasarían un arco de seguridad, la dirección ponía algunas normas sobre la vestimenta para evitar la proliferación de bandas y también para limitar un poco los alardes estéticos de algunos.

 

Entre esas normas siempre me llamó la atención la de no poder llevar pantalones demasiado anchos ni demasiado estrechos. La primera limitación pretendía ahorrarnos al resto el look rapero de tevoyaenseñarloscalvinkleinquemecompré y alguna que otra hucha que nunca mereció la pena ver.

 

La segunda buscaba en cierta manera contrarrestar a la primera yendo en la dirección opuesta. Me parecía una chorrada, probablemente por no ser usuaria de los estilismos que cortan la circulación, pero tal vez no sea una tontería tan grande. ¿Cuántas personas al acabar una jornada de trabajo/estudios se quitan la ropa y ven que su piel está llena de marcas?

 

A una mujer de 35 años se le fue la mano con los vaqueros skinny -los que te aprietan desde la cintura hasta el tobillo- y acabó cuatro días hospitalizada después de haber perdido la sensibilidad de sus pies y caerse al suelo.

 

Botas altas que no cierran bien en la parte superior, calcetines corta-sangre, cinturones demasiado ajustados, sujetadores reductores de pecho y la última de todas estas modas: las fajas. Dejan marcas que parecen irrelevantes al lado de las cirugías, pinchazos y otro tipo de tratamientos agresivos para estar más bellos, delgados o firmes.

 

Pero el caso es que los pantalones tan ceñidos han llegado a ser objeto de estudio por parte de la comunidad médica en este artículo de la revista Neurociencia, neurocirugía y psiquiatría. Las normas de mi high school igual no eran tan mala idea.

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