Me saqué una foto con la protagonista de "Thirst", y su novio me miraba muy mal (bueeeno, no, no me miraba mal, son chorradas mías, pero me hubiera hecho ilusión que se pusiera celoso: a ella la llaman la Beyoncé coreana).

Ella es Kim Ok-bin la estrella de la película romántica (¡Qué no es de vampiros! -asegura el director) de "Thirst", película que hoy decepcionó en Sitges, aunque su director Park Chan-Wook seguirá siendo una leyenda y recibiendo aplausos por aquí. Lo merece. Al fin y al cabo es el autor de "Old Boy" (2003) o "I'm a Cyborg" (2006) y una larga lista de películas, cuanto menos, asombrosas que siempre dejan un buen sabor de boca (frase hecha 1).

Personalmente, a mí la idea en que sustenta sus películas me gustan mucho, pero no la forma: me parecen excesivas, demasiado surrealistas, contaminadas con elementos sobrantes, largas. Pero, de todas maneras, es un director al que sigo siempre, ya que escribe y filma momentos maravillosos, historias que sólo él se atreve a rodar. Por ahora no he visto una buena película en Sitges. Pero estamos sólo en el segundo día. Quedan 9 días. Y estoy seguro que, como siempre, voy a terminar viendo gran cine en Sitges. Este año, en comparación con otros años, hay menos periodistas por aquí. Creo que es por la crisis y porque, además, costaba 20 euros acreditarse.

Con "Thirst" (por ahora sin fecha de estreno en España, ninguna distribuidora ha adquirido sus derechos y no me extraña, que no está el horno para bollos (frase hecha 2), menos mal que queda Internet y las descargas legales e ilegales) Park Chan-Wook nos ha proporcionado su visión personal del mundo de los vampiros: sin colmillos, sin miedo a los crucifijos, el vampiro es bueno, virgen y ama a Dios, no es ni demasiado guapo ni demasiado feo, etc. La película se deja ver pero, como he dicho por allí arriba, se hace larga. Los momentos de comedia, son patéticos, aunque nazcan desde la tragedia. No hacen reír. En resumen: 10% de escenas interesantes y 90% de relleno. A ver que nos ponen mañana.