Palabra de artivista

¿Madonna en el Opus Dei?

Anoche la noticia explotó en internet como la pólvora: Madonna repudia la Cábala en favor de un culto mucho más acorde con su hipócrita doble moral: el Opus Dei.

El tabloide británico Daily Mirror fue el que puso el rumor en ruta. Hablaban de la Obra con tal desconocimiento (un desconocimiento que el culto de Escrivá de Balaguer siempre ha fomentado) que, tras lanzar la preceptiva referencia al Código Da Vinci (gracias Dan Brown por subrayar la misoginia de estos y de toda la Iglesia), menciona que la cantante "aún no es miembro de pago".

Sé que las posibilades de que esto no sea más que otro montaje de la empresaria de Michigan para recuperar  notoriedad, pelín desesperada desde que Lady CaCa ha bajado unos centímetros su ya bajo listón de fangos por los que arrastrarse para permanecer en el vientre del capitalismo consumista, son muchas. Pero las consecuencias de estas  indicaciones pro-cristofascistas para esas tropas de gays descerebrados que hoy en día pululan por el mundo con un iPhone y un tracto de atención inferior al nanosegundo, pueden ser devastadoras. Muchos no se quedarán a ver si entra o no en la secta. Saldrán disparados hacia la prelatura más cercana.

No teníamos bastante con Alaska alabando a los homófobos de Intereconomía (y pasando por caja, claro), para que ahora esta icono gay envíe el mensaje de que es "chachi" entrar en un culto homófobo, misógino y clasista mientras vas de rompedora, rebelde y trangresora. Los peligros del marketing capitalista: adórnate de retórica rebelde y refuerza el sistema que pareces atacar.

Santa Boy George se hartó de denunciar la hipocresía de Madonna al estar en un culto tan profundamente homófobo como la Cábala (George lo demostraba con datos irrefutables), mientras hacía todo lo posible por establecer su estatus de "icono gay" con música dance dirigida a los gays y apariencia y eslóganes blandorros igualmente dirigidos al público homosexual. Por mucho que algunos eslóganes más bien recordasen a otros tiempos en los que éramos absolutamente ilegales. En el fondo Madonna no hace más que recordar una y otra vez que somos marginales y que no somo iguales y, sobre todo, que necesitamos su generosidad cómoda (es muy cómodo pontificar sobre la homosexualidad cuando estás segura en tu fortín heterosexual con tu marido y tus niños)... una generosidad que tenemos la obligación de devolver con creces pasando por caja.

No sé si una persona que se ha cansado de repetir que le debe todo a los gays será capaz de hacerle publicidad a un culto homófobo y lavacerebros como el Opus (aunque ya lo está haciendo), pero desde que vi aquellas imágenes iniciales de su soporífero documental I'm Gonna Tell You A Secret, en las que en pleno casting para sus bailarines se dedica a preguntarle a esos jóvenes ilusionados, desesperados por trabajar con ella, que si creen en Dios, porque si no creen en Dios les despide, la creo capaz de todo.

¿Una persona que se ha arrastrado como una perra por los peores estereotipos, topicazos y trampas de la "Diva Gay", resulta que es la más espiritual del mundo? Sorprende que nadie le haya dicho que su carrera, al igual que la MTV (otra plataforma construida sobre los dobles mensajes de soy súper-rebelde pero enriquezco al sistema), lo único que ha vendido ha sido anorexia, drogas para anestesiar el dolor de no ser perfecto como en photoshop, cirugía estética para seguir siendo eternemente adolescente, consumismo y superficialidad. Eso dando por sentado que tanta introspección no le haya hecho ver lo evidente.

Desgraciadamente, al final todo esto sólo será un nuevo modo de conseguir publicidad. Porque, a ver, si no es porque su gente ha avisado a la prensa, ¿cómo se van a enterar de que Madonna se reune exactamente 90 minutos en la prelatura de Londres?

Ahora sólo nos queda esperar su nueva línea de cilicios, flagelos y disciplinas... ¡por supuesto, en H&M!

Por cierto, por si algún maribollo se siente tentado de probar en el Opus Dei, que lea antes este testimonio titulado Admisión, cilicios y homosexualidad. La Obra no es precisamente tolerante con la homosexualidad. Llevan décadas machacándonos. Pero lo hacen a su modo: sibilino, conductista, dentro de tu cerebro... Baste decir que ese relato está en la magnífica página de ex-miembros del Opus Dei llamada Gracias a Dios, ¡nos fuimos!

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