Todo es posible

Salir en la foto

De las grandes conmemoraciones se aprovechan muchos impostores. Admito que es una observación facilona y poco novedosa, pero el otro día les hubiera salido redondo de no ser por algunos aguafiestas. Me refiero a los fastos del vigésimo aniversario de la caída del Muro de Berlín. Cualquiera podía pensar que aquellos mandatarios, retratados bajo la lluvia ante la puerta de Brandeburgo, habían contribuido personalmente a tan histórica demolición. El primer revisionista fue el propio Walesa, líder polaco de Solidaridad y premio Nobel de la Paz, que arremetió contra los usurpadores de la historia. "Me pone triste que hoy se considere héroes a quienes no lo fueron", declaró ante las cámaras de la televisión, apuntando a Gorbachov, que nunca tuvo intención, según sus palabras "de acabar con el comunismo ni con el Muro de Berlín". La segunda ducha de agua fría se la llevó Nicolas Sarkozy, a quien las hemerotecas desmontaron una estúpida mentira. Con vanidad casi infantil, Sarkozy presumía en su perfil de Facebook de viajar a Berlín aquel 9 de noviembre "para celebrar con los alemanes la caída del muro de la vergüenza". Ahí le pueden ver, en un primer plano, derribando el muro con un pico. Lástima que la foto fue realizada una semana después. Quién le mandaría marcarse un farol.

Pero la gran desmitificación, la más importante y triste de todas, vino por parte de muchos alemanes de la antigua República Democrática que habían puesto todas sus esperanzas en las grandes promesas de la democracia occidental y hoy expresan su frustración por las oportunidades perdidas.

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