Trabajar cansa

Hoja de ruta al desastre

 

¿A quién le importa el calentamiento global mientras la economía mundial se tambalea? ¿Cómo nos va a preocupar la subida de temperatura con un 22% de paro? ¿Qué son las emisiones contaminantes comparadas con los activos tóxicos de la banca? ¿Cómo vamos a salvar el planeta si bastante tenemos con que sobreviva el euro?

La preocupación medioambiental es un lujo que reservamos para épocas de bonanza. Cuando las vacas son gordas, nos ponemos la chapa ecologista y vemos la peli de Al Gore. Pero cuando la economía aprieta, no me vengan con monsergas, que bastante tengo con lo mío. Lo mismo nuestros gobernantes: demasiado ocupados apuntalando el capitalismo como para echarle cuentas a la naturaleza. Y si encima hay que poner dinero, cerrar industrias contaminantes o renunciar a la energía barata, ya es que les da la risa.

El fracaso de la cumbre de Durban estaba tan cantado que bien podían haberse ahorrado la reunión. Hasta su fracaso pasa desapercibido, de poco que importa. Al final, unos tímidos compromisos para volver a reunirse otro día que estemos de mejor humor, y a seguir tirando. Eso sí: con una "hoja de ruta", faltaría más.

Así es como seguimos cavando nuestra propia tumba. Porque la crisis del capitalismo y la crisis ecológica van de la mano. Forman parte del mismo proceso de ruina que Ramón Fernández Durán describe con rotundidad en un libro que todos deben leer: La quiebra del capitalismo global: 2000-2030.

Si fuese ficción sería una distopía, un relato de terror del futuro próximo. Pero no es ficción, es la realidad pura y dura, sobre todo dura, que el desaparecido Fernández Durán anticipa mediante el análisis entrelazado de tres quiebras que ya tenemos encima: el caos sistémico del capitalismo, la crisis energética y el colapso ecológico; tres jinetes del apocalipsis que cabalgan de la mano, y ante los que sólo se nos ocurre una salida suicida: la huida hacia delante, más capitalismo, más consumo de energías fósiles y más calentamiento global. Eso sí: ya tenemos hoja de ruta para no despistarnos por el camino y llegar a tiempo al desastre.

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