La trama mediática

Contra la violencia, matrimonio

¿Hace cuánto que no han comulgado? Me lo temía. ¡Pandilla de descreídos progres! Anden, vayan sacándome la lengua en posición de firmes, y traguen sin rechistar -¡y sin masticar!- esta rueda de molino: "El matrimonio es el mejor antídoto contra la violencia. Así resumía ayer un responsable del Instituto de Política Familiar un estudio que, una vez más, desmonta los prejuicios que asocian la violencia machista con lo que algunos insisten en llamar 'familia tradicional'. Todo lo contrario. La violencia contra la mujer se concentra comparativamente, de forma abrumadora, en otras formas de convivencia, donde la pareja evita comprometerse en matrimonio". Palabra de COPE, en su Línea Editorial de ayer, que daba con la fórmula magistral para acabar con los malos tratos y los asesinatos de mujeres. Anoten: "Una política seria de protección a la infancia y de los derechos de la mujer pasa por un apoyo decidido a la estabilidad del matrimonio". ¿Conocen a algún obispo casado? Ya. A ellos no les dejan. ¿Por qué será?

Mingote no perdió la guerra

Sigamos con la doctrina, que la recontrarreforma no tiene un minuto para el descanso. Antonio Mingote, diácono que oficia viñetas alcanforadas en ABC, nos recuerda lo feo que está reclamar, habiendo perdido una guerra, unas migajas de consideración y respeto. En realidad, es un garabato parido por sus lápices quien se encarga de enunciar el teorema: "Memoria es recordar cosas. Memoria histórica es recordar unas cosas sí y otras no. Memoria histórica progresista es inventar las únicas cosas que se deben recordar". Claro. Los que están en las cunetas murieron de un catarro mal curado. ¿Pero dónde ha estado este hombre en los últimos setenta y tres años? Por supuesto, en el mismo lugar que ahora. Eso lo explica todo.

No se vayan todavía, que aún les aguarda una cucharada más de aceite de ricino ideológico. Nos la encasqueta, desde las páginas de La Razón, el simpático vividor del verbo Carlos Rodríguez Braun. Impriman la frase y ténganla la siempre a la vista: "El socialismo tiende a ser incompatible no sólo con la libertad sino también con los escrúpulos. Su fatal arrogancia conduce a la izquierda hacia callejones sin salida y, por tanto, descartada la vuelta atrás, a la éticamente devastadora alternativa de mentir".

Recapitulemos las enseñanzas de este puñado de líneas: cásense por la Iglesia, olviden el pasado y háganse liberales. Les irá mucho mejor en la vida, seguro.

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