Un nuevo malo se incorpora al Dramatis personae del astracán de la gaviota. Cual despechada sirvienta de folclórica, Manuel Cobo, virrey, digo vicealcalde de Madrid, se fue a El País a echar sapos, culebras y demás batracios y ofidios sobre sus conmilitones y se le viene encima la del pulpo por no respetar la omertá genovesa. ¡Que lo manden a galeras!, clama El Mundo en su editorial: "Si Génova aplicara la misma vara de medir utilizada para enjuiciar a Costa, al que se ha obligado a dimitir por unas grabaciones policiales, el destino del vicealcalde debería ser la destitución. Hay motivos para ello".

Desde La Razón, Antonio Martín Beaumont pide el mismo destino para Cobo, aunque adorna su discurso con un despistante cóctel de tocino y velocidad: "No se puede ir a lavar los trapos sucios a El País un privilegiado de la política, que ha disfrutado durante años de los mejores cargos ejecutivos mientras, por ejemplo, los concejales vascos llevan escolta, los afiliados trabajan sin pedir nada a cambio y millones de trabajadores están en paro". Sólo le faltó añadir los estragos del cambio climático y la amenaza de la gripe A.

¡Que vuelva Aznar!

Por atrabiliaria que parezca, la tesis del columnista viene a ser la misma que expresa su periódico en un editorial que, por lo demás, termina bañado en cinismo. Lean: "A los ciudadanos les dan igual las luchas de poder o las riñas familiares; lo que quieren es que haya una alternativa sólida al Gobierno inoperante". O sea, que aunque sea verdad lo que denuncia el vicealcalde, debería callarse y no dar tres cuartos al pregonero monclovita. En el siguiente párrafo se entiende mejor: "Al único que benefician episodios como el de ayer es al PSOE, que no sólo los utiliza para tapar sus vergüenzas, sino también para minar las opciones del PP".

¿Y quién arregla esto? Como aquellos nostálgicos que no hace tanto añoraban la vuelta de Franco, aunque fuera de sargento, Martín Ferrand pedía desde ABC el regreso del Mesías de las Azores... ¡y el del bañista de Palomares! Como lo oyen: "El caso es de tal gravedad, ya que comporta el riesgo cierto de la descomposición del PP, que requiere la intervención de su presidente-fundador, Manuel Fraga y, sobre todo y por razones obvias, del presidente de honor, José María Aznar, refundador del partido. El PP, con sus defectos, es algo de lo que no debemos prescindir en momentos como el actual", se ponía solemne el veterano analista.