La trama mediática

Cantos marianos

En las loas de primera hora sobre la Operación Reconquista sevillana se echaron en falta cariñitos y arrumacos a quien la ha de personalizar. Desde La Razón, diario oficioso del regreso a Moncloa, el lírico José Antonio Vera corregía el agravio: "La cuestión es que el líder de los populares ha modificado radicalmente su imagen, incluso en la televisión. Está como más joven y suena a nuevo su discurso de siempre. Suena a ilusión. Transmite la idea de que es posible levantar el país". A unos centímetros de papel se escuchaba el característico boing-boing-boing de la solícita pluma de Ignacio Villa: "El pasado está asumido. El pasado está asimilado. El pasado está metabolizado. Ahora el Partido Popular sólo tiene que pensar en el futuro". Ese Mariano, cómo mola, se merece una ola...

Lástima que siempre tenga que venir un cenizo a aguar el vino triunfal. "Prevengan accidentes", advertía el profeta Hermann Tertsch desde ABC. Según su tesis, la gaviota se medirá al señor del Averno: "Haría bien el partido de Mariano Rajoy en no volver a caer en la tentación de creer que se enfrenta a un partido normal y a un Gobierno normal en una democracia perfectamente normal", anotaba el Quijote de Chueca.

Esperanza Aguirre y olé

En El Mundo, el presidente del club de fans de la lideresa, Salvador Sostres, echaba la chaqueta al suelo para que la pisara con garbo la que le está tocando el apéndice nasal a Rajoy: "La presidenta de Madrid se ha vuelto a soltar y ha demostrado que la política puede ser mucho más divertida y sexy si uno está dispuesto a bailar", besaba los chapines de su musa. También en el bando disidente, el editorialista de Libertad Digital asaeteaba al de Pontevedra por ayudar a resucitar la Ley Sinde: "Como llevamos viendo desde unos meses antes del congreso búlgaro de Valencia, al PP sus votantes le traen sin cuidado. Les basta esperar a que caiga el PSOE para hacer sus mismas políticas en casi todo, internet incluido".

Fuera del concurso mariano, Carlos Dávila nos ofrecía en La Gaceta la solución definitiva a lo de las pensiones. Seguro que a ustedes no se les había ocurrido: "Si el Estado no fuera tan intervencionista, dejaría que cada cual se jubilara cuando quisieran él o su patrón". Y no le repliquen, que les muerde: "Chorradas ni una más. Si los sindicatos no quieren aceptar lo inevitable, que se vayan a la porra, donde, por cierto, ya deberían estar desde hace mucho tiempo".

Más Noticias