La trama mediática

Once españoles por dos

Más signos de la España redimida por el que vive en el lío. Aquellos once españoles con zamarra rojiblanca a los que cantaba Anson se han multiplicado por dos, según la nueva cuenta de Alfonso Ussía.. "Veintidós españoles", encabezaba su descarga patriótico-futbolera en La Razón. Con el arranque, vamos que chutamos, nunca mejor dicho: "En Miranda de Ebro, norte de Burgos, nudo ferroviario, límite de la Alta Castilla con el País Vasco y La Rioja, se ha producido un hecho que ha pasado desapercibido y que tiene sustancia. Han competido en la semifinal de la Copa del Rey de fútbol, el Campeonato de España, dos equipos que alinearon a veintidós jugadores españoles".

Que chinchen y rabien los periféricos, que dejan de jo... robar. "Mas redobla su desafío a España", denunciaba en primera ABC. Eso prometía un editorial a la yugular secesionista, pero la cosa se quedó en collejita contemporizadora: "La exigencia de soberanía fiscal para Cataluña, la contumacia en la imposición lingüística y el cuestionamiento permanente del marco constitucional lastran decisivamente el posible entendimiento entre partidos que, en lo ideológico y lo social, tienen más cosas en común que diferencias".

Líneas rojas

En El Mundo, el amanuense pedrojotiano iba por idéntico carril. "Rajoy debe recordar que la 'línea roja' es la ley", titulaba una pieza de pedagogía parda para el de Pontevedra. Por si el aludido fuera corto de entendederas, en la letra pequeña, otra dosis: "Si Mas está dispuesto a seguir ignorando a la Justicia, Rajoy debería dejarle clara su posición cuanto antes. Para que nadie se lleve a engaño". ¿Lo pilla, Don Mariano?

Para La Gaceta davileña, que no es guerracivilista, todo es Paracuellos. Y quien dice Paracuellos dice Zapatero, que jamás caerá en el olvido para el editorialista intereconómico: "Era previsible que aquella investidura del nefasto leonés, en la que colocó el cadáver de su abuelo en mitad de la tribuna pública, trajese estos barros de rencores y revancha sobre guerras libradas hace tres cuartos de siglo".

Como guinda, un recado a Ruiz-Gallardón desde la sacristía de Cope: "El matrimonio entendido como la unión entre un hombre y una mujer, abierto a la vida y con vocación de permanencia, es una institución básica para la sociedad, que contribuye decisivamente al bien común". Y eso, naturalmente, es cosa de curas, no de notarios.

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