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El insulto de Luis Herrero

Tal vez le falten dotes para la diplomacia, pero el eurodiputado del PP Luis Herrero suple cualquier carencia con sus aspavientos de macho ibérico. Su último alarde ha tenido lugar con motivo de unas palabras del presidente francés, quien, por lo visto, puso en entredicho la inteligencia de Zapatero. "Lo que Sarkozy pueda opinar por Zapatero me da igual; yo soy español y es el presidente del Gobierno de mi país, y cuando vea a Sarkozy lo miraré con bastante desprecio y le diré: ¿Y tú, enano, de qué vas?", bramó el eurodiputado en un programa de televisión.
Hace dos meses, mientras se hallaba en Venezuela, Herrero tachó públicamente de "dictador" al presidente democráticamente elegido del país, Hugo Chávez. Ahora le indigna "como español" que Sarkozy haga unos comentarios frívolos, en la intimidad de su gabinete, sobre el presidente del Gobierno "de mi país". Doble rasero. Nacionalismo rancio. Eso representa Herrero. Él puede insultar a un mandatario extranjero. El PP insulta sin tregua a Zapatero, despreciando a sus millones de votantes. Pero, ¡cuidado con que alguien de afuera se meta con el "presidente de mi país", que se va a enterar!

Lo que mejor retrata a Herrero es su afirmación sobre lo que hará cuando se cruce con Sarkozy: lo tachará de "enano". Utilizar la palabra "enano" como ofensa denota un desprecio hacia millones de seres humanos –decenas de miles en España– que por distintos motivos adolecen de lo que los expertos denominan "talla baja disfuncional". Entre ellos se encuentran personas con síndrome de Turner o los afectados por acondroplasia. He conocido de cerca a este colectivo a través de Lucas, un chico hermoso, inteligente y con excelente sentido del humor que cada día libra una batalla silenciosa por adaptar su corta estatura a la sociedad, a la espera de que sea esta la que algún día asuma con naturalidad las tallas bajas y se adapte a ellas.
Hace unos 360 años, Velázquez hizo la que es, en mi opinión, la denuncia más demoledora sobre los prejuicios de que ha sido objeto durante siglos el enanismo. Me refiero a su retrato de don Sebastián de Morra, un acondroplásico que, por su condición física, fue incorporado como bufón en la corte de Felipe IV. Don Sebastián aparece sentado, con las piernecillas extendidas hacia adelante, mirando hacia el espectador con una expresión entre severa y triste que transmite una queja profunda por la degradación a que es sometido. Herrero debería sacar un rato en su apretadísima agenda y pasarse por el Museo del Prado, donde cuelga el cuadro en cuestión. Y, si le queda algún minuto adicional libre, podría pedir perdón por sus palabras.

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