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Rajoy se adelanta a las órdenes de Merkel

Hace menos de un año, al referirse a ciertos recortes aprobados por Zapatero, dijo Rajoy, entonces en la oposición: "A mí, como español, no me gusta que desde fuera me digan lo que tengo que hacer". Ahora que es presidente del Gobierno, Rajoy no recibe órdenes desde afuera, por la sencilla razón de que las cumple con rapidez y obediencia antes de que se le impartan. Así lo reconoció el ministro de Economía, Luis de Guindos, al justificar la subida de impuestos aprobada el viernes pasado en Consejo de Ministros. "Si no, nos la hubieran impuesto otros", dijo, en clara alusión a Alemania y Bruselas. A diferencia de Zapatero, que opuso cierta resistencia a los dictados exteriores hasta que lo llamaron a capítulo aquel mes de mayo de 2010, Rajoy no tardó ni una semana en incumplir uno de sus mayores compromisos electorales, el de no subir impuestos. Desde el Gobierno se ha intentado achacar esta decisión a la necesidad de evitar un nuevo ataque de los mercados ante la inminencia de un déficit mayor de lo previsto. El discurso que se promueve a través de los medios afines es que este sí es un Gobierno serio, valiente, que actúa. Sin embargo, cuando estaba en la oposición, el PP rechazaba tajante las subidas de impuestos incluso en momentos en que los mercados se cebaban contra la deuda española. Lo menos que podría hacer el presidente en estas circunstancias, en que ha hecho añicos su contrato electoral y sus ministros se lían con los cálculos sobre la cifra del déficit, es comparecer con urgencia ante el Congreso. Y, si lo tiene a bien, ante la prensa. No hay que olvidar que otra de sus promesas era dar explicaciones a los ciudadanos.

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