Al sur a la izquierda

El misterio de la santísima propiedad

Como diría Mariano Rajoy, han pasado siete días y Javier Arenas sigue sin presentar su declaración de la Renta. Bueno, sí la ha presentado pero la ha presentado poco: ha hecho esa presentación de mentirijillas consistente en entregarla en el Parlamento, que viene a ser lo mismo que entregársela a Hacienda puesto que en ambos casos es obligatorio hacerlo y en ambos casos queda bajo custodia sin mostrarse al público. Esta historia parece que iba a dar para un par de crónicas más bien sosotas como mucho, y va camino de ser el gran tema del verano. Mi renta y yo, podría titularse el folletón. Nunca nadie dio tantas vueltas, puso tantas excusas y esgrimió tantas pegas como Arenas para cumplir una promesa hecha públicamente y acercándose mucho al micro para que todos la oyeran bien.

¿Qué diablos hay en la maldita renta de los dirigentes del PP para que la oculten así? Por supuesto, sólo puede haber una cosa: dinero. Más dinero del que es decoroso que haya. Eso es lo que hay en el caso de Cospedal, que se levanta 250.000 euracos entre el sueldo oficial y el piquillo que le da el partido y que sale del mismo sitio que el otro. Otra cosa es que Cospedal cobre ese doble sueldo con naturalidad, con estilo, como si no lo cobrara o como si el importe fuera calderilla. Por eso, digan lo que digan los resentidos de izquierdas, está bien que sueldos así los cobre la derecha, porque ellos sí saben cobrarlos. Pasa con ciertos sueldos como con ciertas prendas de marca, que no todo el mundo está preparado para lucirlas con garbo. Cuestión de clase. O de morro, que es el nombre que los resentidos dan a la clase. Se tiene o no se tiene. Así de sencillo.

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