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Y Mickey pasó al segundo plano

La política de Berlusconi de alcanzar la impunidad a través del control de los medios tiene un firme continuador en Sarkozy. Además del control, quiere ser protagonista, como Chávez. No contento con acaparar los diarios y los informativos con sus líos familiares, eclipsando los conflictos sociales y huelgas; o su labor de superhéroe al rescate de la tripulación española en Chad, cuyo show le valió muchos puntos de simpatía, pero casi cuesta la condena de los detenidos, continúa de gira por los titulares. Tras una reconciliación matrimonial "definitiva", poco antes de divorciarse, afirmaba que "en lo sucesivo", observaría "la discreción" sobre su vida privada. Poco después vino el divorcio y ahora, esto. Para un hombre discreto, no está mal. No se sabe qué sorprende más, si la noticia del posible romance o el lugar elegido para hacerlo público, Eurodisney, tócate los... Tal vez pensaron que pasarían desapercibidos. En cualquier caso, debe de estar indignado porque todo esto debe de ser parte de la campaña mediática de acoso a la que aludía cuando se rumoreaba su separación, y manifestaba: "Es una asquerosidad más que me hacen. Soy el primer hombre político al que tratan así". Es verdad, allí nadie había sido tan hortera.

Es triste porque Francia parecía un país serio en estas cosas y que sus políticos no respondían a la ola de trivialidad que invade todos los ámbitos, pero llegó el superhéroe Sarkozy a sacar a Francia del rincón de la historia en el que la metieron los "políticamente correctos" y ponerla en el lugar que le corresponde: el papel cuché. Si lo logra, subirá la audiencia y le renovarán el programa. Entonces podrá recortar el estado de bienestar, la proeza de ligarse a la Bruni merece una recompensa. Y así vamos.

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