Balagán

Purificación egipcia

De acuerdo con datos oficiales del ministerio de Awqaf, en Egipto existen 110.000 mezquitas, es decir aproximadamente una por cada 650 musulmanes.

Son mezquitas de todos los tamaños, desde las grandes y célebres de El Cairo hasta otras de superficie muy reducida. Como sea que el terreno donde hay una mezquita está exento de impuestos municipales, muchos particulares las construyen en las plantas bajas y encima de ellas levantan uno o varios pisos adicionales como su propia residencia y no deben pagar impuestos.

Según el mismo ministerio de Awqaf, en Egipto hay 55.000 imanes autorizados, es decir la mitad que el número de mezquitas. ¿Cómo se resolvía el problema? Pues con imanes que no están autorizados por el gobierno.

El régimen militar que dio el golpe el 3 de julio ha decidido estrechar el control sobre las mezquitas, puesto que muchas de ellas están regentadas por imanes "sospechosos", especialmente después de que durante el año que fue presidente Mohammad Morsi se hayan dado un gran número de autorizaciones a imanes de los Hermanos Musulmanes y salafistas que en muchos casos ni siquiera habían pasado por el centro Al Azhar, la escuela religiosa más importante y con más prestigio del mundo musulmán.

Entre las medidas que ha ordenado el ministro de Awqaf, Muhammad Mujtar Yumaa, para purificar a los imanes, figura la suspensión de aproximadamente 55.000 de ellos, la inmesa mayoría no autorizados pero también los hay autorizados, que el nuevo gobierno considera demasiado islamistas para su gusto.

Además, las plegarias del mediodía del viernes, que son las que reúnen a toda la comunidad, y donde se pronuncian sermones que a veces suelen estar más o menos politizados, solo podrán celebrarse en mezquitas que tengan una superficie superior a 80 metros cuadrados.

Todas estas medidas están claramente dirigidas contra los islamistas, tanto Hermanos Musulmanes como salafistas, aunque los salafistas, a diferencia de los Hermanos Musulmanes, están participando en las reformas políticas emprendidas tras el golpe militar.

El nuevo régimen se parece cada vez más al de Hosni Mubarak, quien consideraba que los islamistas constituían la principal amenaza para el desarrollo de Egipto, y los mantenía siempre con la rienda corta.

Existe, por supuesto, el riesgo de que este tipo de actuaciones acarreen violencia, pero con eso ya parece contar un régimen resuelto a mantener a raya a los islamistas a cualquier precio.

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