Balagán

Diferencias triviales

La policía israelí detuvo ayer a la célula de israelíes judíos que el miércoles pasado secuestró en Jerusalén a Mohammed Abu Judair, un palestino de 16 años cuyo cadáver apareció poco después apuñalado y calcinado en un bosque de la ciudad. La autopsia muestra que el joven fue quemado vivo.

Las autoridades israelíes han dicho que el tratamiento que recibirán sus asesinos será el mismo que el que reciben los palestinos.

"Nosotros no distinguimos entre los actos de terrorismo y vamos a actuar con dureza en los dos casos", ha dicho el primer ministro Netanyahu.

Sin embargo, inmediatamente después de la detención de la célula, todos sus miembros ya contaban con sus respectivos abogados, algo que con mucha frecuencia no ocurre en el caso de los palestinos.

A los judíos no se les aplica la detención administrativa, es decir no son detenidos indefinidamente sin que ni siquiera se les comunique de qué están acusados, como ocurre con cientos de palestinos, que están en prisión sin saber de qué se les acusa.

Suha, la madre de Mohammed Abu Judair, ha señalado que lo que ella quiere es que se demuelan las casas de los detenidos, como se hace con los palestinos, lo que sin duda no va a ocurrir, aunque Netanyahu diga que se trata igual a unos que a otros.

Suha también ha pedido a la policía israelí (que desde el secuestro no ha llamado ni una vez a su familia) que detenga a los judíos como detiene a los palestinos, lo que seguramente tampoco va a ocurrir. Y hablando con la voz de la experiencia ha expresado su convicción de que los detenidos pronto serán liberados aduciendo un motivo u otro.

El ejército israelí debería aplicar a los israelíes el castigo colectivo que aplica permanentemente a los palestinos, por lo menos a los colonos judíos cuya violencia es conocida por todos, incluidas las autoridades israelíes, pero esto tampoco va a ocurrir.

Que Netanyahu y otros miembros radicales de su gobierno digan que se trata igual a unos y a otros no tiene sentido, aunque quizá lo ha dicho para aparecer en los medios de comunicación occidentales como un político moderado y razonable.

Ahora bien, ocurre justo lo contrario, pues la brutal ocupación militar de Cisjordania y Gaza, sí también de Gaza, es la madre del cordero, y Netanyahu, que podría resolver el problema inmediatamente, no hace nada en esa dirección.

Y además sabe que en los colegios israelíes, por no mencionar las escuelas rabínicas de los territorios ocupados, la enseñanza que reciben los alumnos no es, ni mucho menos, la de un trato igual para israelíes y palestinos.

De hecho, el trato que reciben unos y otros dificilmente podría ser más diferente.

Así que cuando Netanyahu dice que Israel no dedica sus plazas a los terroristas, lo que es un bonito titular, se está olvidando, tal vez deliberadamente, de Baruj Goldstein, que en 1994 mató a 29 palestinos en la mezquita de Abraham de Hebrón, y que tiene un precioso mausoleo en un parque público de Kiryat Arba, mausoleo que se ha convertido en lugar de peregrinación para multitud de judíos radicales. Sin contar con las hagiografías del propio Goldstein, que se han vendido como rosquillas.

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