Una china en el zapato

La obsesión del punto fijo

Me gusta mucho la reflexión del economista chileno Manfred Max-Neef sobre lo que él denomina "la obsesión del punto fijo". Esta consiste en tomar un punto de partida A y centrarse en un punto de llegada B, considerando todo lo que haya por en medio como obstáculo. El problema es que es precisamente ahí, dice Max-Neef, en esos obstáculos y en esos vericuetos donde reside "toda la aventura de la vida": La gente que sabe exactamente dónde va es la que nunca descubre nada, afirma este ganador del Premio Nobel alternativo de economía.

     La obsesión por el punto fijo es desde luego una de las peores consecuencias de esta crisis. Últimamente los políticos no parecen ver otra cosa más allá de "calmar los mercados". "Calmar los mercados" es el punto B convertido en obsesión. Para llegar a él se vende lo que haga falta: la lotería, los aeropuertos, las islas, los derechos de los trabajadores o el futuro del país.

     Numerosos descubrimientos científicos se han hecho de forma casual, encontrándose una cosa mientras se buscaba otra. "Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo" dijo Einstein. Y sin embargo insistimos en llegar hasta B. En este recorrido nuestros dirigentes parece difícil que descubran nada, obcecados y ciegos como están por salvar la distancia que lleva de A hasta B. Pero mucha otra gente sí está descubriendo cosas por el camino, y entre ellas y la más importante es que a lo mejor ni siquiera B es ya un buen punto de llegada.

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