Una china en el zapato

Proust ante la crisis

"La situación que esperábamos cambiar porque nos resultaba insoportable llega a sernos indiferente", escribía Marcel Proust en La fugitiva. Quizás no tanto como indiferente, pero si uno recuerda el ímpetu con que se empezó a hablar de revisión del capitalismo y de la necesidad de cambiar el sistema tras la crisis del 2008, las expectativas parecen haberse calmado. Es más, la crisis parece que no ha supuesto catarsis ninguna y el juego continúa en manos de los mismos gigantes financieros, que encima son los que han impuesto sus condiciones.  

      Observaba Proust, hablando de la vida íntima de sus personajes: "no hemos podido superar el obstáculo, como queríamos a todo trance, pero la vida nos ha hecho dar un rodeo, rebasarlo"; lo que vendría a ser una especie de versión occidental del be water, my friend de Bruce Lee: si no puedes atravesar la piedra, bordéala. En el ámbito de lo privado este planteamiento puede resultar muy efectivo, al fin y al cabo eso es la vida, tratas de sortear las inconveniencias de viaje y luego ya te mueres. Pero esta estrategia no sirve de nada aplicada al conjunto de la sociedad, en el ámbito público, donde además resulta de un egoísmo aterrador. El mundo no va a poder continuar muchos años más agotando sus recursos, generando residuos radiactivos, aumentando las desigualdades sociales y manteniendo la sociedad de consumo a todo trapo. Por más que queramos pasar de largo, la piedra continúa ahí, y cada vez se hace más grande.

Más Noticias