Una china en el zapato

Las cartas boca arriba

En el libro El intelectual melancólico, un panfleto, Jordi Gracia describe con la pericia de un Félix Rodríguez de la Fuente un tipo de intelectual refugiado en la nostalgia del orden perdido. Ante el paisaje desolador del presente que le rodea, este ejemplar permanecería en "estado contemplativo", con su "mirada vidriosa" tras el "cristal turbio de vaho" contemplando "el final de los tiempos".

     Ocurre que este espécimen nostálgico-agresivo no se da solo en el campo intelectual. La desazón puede abarcar todos los ámbitos. Muchas personas con las que me cruzo estos días –en el metro, no necesariamente en el Círculo de Bellas Artes- ponen los ojos en blanco y no quieren ni hablar de política. El desengaño, la frustración se experimenta como una catástrofe, como un callejón sin salida. Es verdad que sufrimos un tiempo complicado, pero las cosas no estaban mejor hace unos años, mientras se gestaba la crisis sin que nadie quisiera darse cuenta. Al menos ahora las cartas están boca arriba, como decía el título de un poemario de Gabriel Celaya (poeta anti-solemne y anti-melancólico).

     Lo cierto es que nos ha pillado una crisis. A Gloria Fuertes (también anti-solemne y anti-melancólica, también poeta), a los nueve años le pilló un carro, y a los catorce la guerra. No somos los protagonistas del peor de los tiempos posibles: las cartas están sobre la mesa –son las de siempre- y sencillamente es la mano que nos ha tocado jugar. No deberíamos convertirnos en el jugador melancólico que desprecia la partida cuando pierde.

(Gabriel Celaya, "A Blas de Otero", Las cartas boca arriba: un himno antimelancólico)

Más Noticias