Con negritas

El papelón de la Iglesia en Cajasur

El Obispado de Córdoba ha preferido fiar el futuro de Cajasur al Banco de España antes que echarla en brazos de la poderosa Unicaja. El pretexto empleado para justificar esta insólita decisión ha sido el alto sacrificio laboral que la fusión con la entidad malagueña exigía. Sin embargo, puede que el remedio resulte peor que la enfermedad, sobre todo si el gobernador, MIGUEL ÁNGEL FERNÁNDEZ ORDÓÑEZ, cumple su amenaza de mandar Cajasur al desguace.

La Iglesia, representada en este asunto por el sacerdote SANTIAGO GÓMEZ SIERRA, se ha tirado meses jugando al ratón y al gato con Unicaja. Era el socio que menos le gustaba, dada su conocida cercanía a los socialistas, y Cajasur ha hecho todo lo posible para que el acuerdo no prosperara. Ni siquiera el Banco de España ha sido capaz de salvar unas tortuosas negociaciones que, a la luz de su desenlace, se han revelado como una gran farsa.

La decisión del Obispado de Córdoba ha supuesto un alivio para Unicaja, que iba al matrimonio de mala gana. Cajasur tiene una situación financiera pavorosa, debido a la imprudente gestión de que ha sido objeto. Sólo el año pasado perdió la friolera de 596 millones de euros y sus índices de solvencia llevan mucho tiempo por los suelos. Cargar con esta losa no era plato de gusto para Unicaja, pese a las ayudas oficiales que se le habían prometido a cambio.

Por si fuera poco, entre su presidente y el de Cajasur se había instalado una insuperable desconfianza, que cada vez se molestaban menos en disimular. BRAULIO MEDEL y Gómez Sierra son dos personajes que tienen pocas cosas en común. Según quienes les han tratado a lo largo proceso, además se repelen, lo que no allanaba precisamente el camino hacia el entendimiento.

Unicaja no sólo se ha quitado un peso de encima, sino que la intervención le abre nuevas posibilidades, al menos si el Banco de España trocea Cajasur. En tal caso, tendría la posibilidad de pujar por la parte que más le convenga, sin apechugar con el coste económico y social de una fusión. De ser así, y gracias a la terquedad de la Iglesia, Unicaja podría acabar haciendo un excelente negocio.

Un engañoso precedente
La decisión de los administradores de Cajasur tiene que ver también con el desarrollo de los acontecimientos en Caja Castilla La Mancha, donde de momento sigue sin producirse el fuerte ajuste laboral que se auguraba cuando hace ya casi catorce meses fue intervenida. Sin embargo, a día de hoy, nadie puede garantizar la misma suerte a la plantilla de la entidad cordobesa, sobre cuyo destino el Obispado de Córdoba, al entregarla al Banco de España, se ha lavado las manos.

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