Con negritas

El difícil emparejamiento de la CAM

Aunque la música sigue sonando lenta, el baile de las cajas de ahorros se ha animado últimamente. Caixa Galicia y Caixanova han llegado a un acuerdo después de largos meses de tira y afloja. Las de Catalunya, Tarragona y Manresa han recibido ya el visto bueno de sus respectivas asambleas generales para fusionarse, igual que Sabadell, Terrasa y Manlleu. Cajasol y Caja Guadalajara están a punto de cerrar la única operación por ahora de carácter interterritorial. Los directivos de Unicaja y Cajasur negocian a marchas forzadas un proyecto definitivo que el Banco de España espera tener antes del próximo fin de semana sobre la mesa...

Incluyendo esa especie de fusión virtual que idearon Caja Navarra y Caja Canarias, a la que se han incorporado también Burgos, Segovia y Ávila, la reestructuración afecta a 22 entidades sobre un total de 45. Su peso, sin embargo, es relativamente modesto, pues juntas apenas suman el 15% de los activos del conjunto del sector financiero. Son, en su inmensa mayoría, cajas medianas. Ni las grandes ni las muy pequeñas, bien que por distintos motivos, se han puesto todavía en marcha. Unas porque, en razón de su mayor volumen, aspiran a dominar y las otras porque, pese a que la situación lo pueda aconsejar, no se dejan.

De entre las que han buscado con más ahínco el matrimonio, sólo la alicantina CAM sigue de momento compuesta y sin novio. El presidente valenciano, FRANCISCO CAMPS, intentó casarla con Bancaja, pero no le acompañó el éxito. Había demasiados solapamientos e intereses locales en juego. La segunda opción, Caja Murcia, tampoco salió porque esta, al final, elevó inopinadamente el nivel de sus exigencias. Así que, a día de hoy, salvo que prefiera volver al punto de partida, sólo le queda Caja Madrid, a la que la CAM puede ofrecerle en bandeja la posibilidad de poner en jaque el liderazgo de La Caixa.

Ha habido negociaciones entre ambas partes, infructuosas de momento. Pero desaprovechar sin más esa oportunidad no parece coherente con los ambiciosos planes de RODRIGO RATO. Él aspira a convertir la de Madrid en la primera caja de España y el crecimiento vegetativo, sucursal a sucursal, requiere grandes dosis de paciencia y, por supuesto, mucho tiempo.

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