Con negritas

La apuesta del PP por un 'banco malo'

Aunque no tiene la gallardía de llamarlo por su nombre, el PP parece dispuesto a plantearse la creación de un banco malo si finalmente le corresponde formar gobierno tras las elecciones del 20-N. Su programa se refiere a él con una fórmula eufemística que, sin embargo, deja poco margen a la duda: "Facilitaremos –dice– la gestión activa del patrimonio dañado de las entidades financieras que lo precisen". Y eso invita a pensar que el Estado arrimará el hombro para eliminar la basura escondida en los balances de la banca, a pesar de que MARIANO RAJOY lo negó rotundamente en su debate del lunes con ALFREDO PÉREZ RUBALCABA.

Hay, además, algunos relevantes economistas del PP que lo verían con sumo agrado, como VICENTE MARTÍNEZ PUJALTE, antiguo portavoz parlamentario en la materia, y LUIS DE GUINDOS, secretario de Estado en la época de JOSÉ MARÍA AZNAR y que figura entre los candidatos a ministro. CRISTÓBAL MONTORO, en cambio, se ha mostrado muy cauto hasta ahora, consciente de la mala prensa que tiene la propensión de amplios sectores del empresariado español a privatizar los beneficios y a socializar las pérdidas.

El banco malo estaría llamado a asumir los créditos incobrables por culpa de la crisis, dejando limpias de polvo y paja las entidades financieras que en su día los concedieron. Sólo en el ámbito inmobiliario, estamos hablando de 176.000 millones, más de la mitad de toda la deuda griega. Aun cuando se produjera una quita importante, ese volumen de riesgo seguiría siendo muy grande y el Estado necesitaría un margen de tiempo  nada desdeñable para recuperar el dinero mediante la venta ordenada de los bienes que sirven de garantía a los préstamos.

Mientras tanto, siempre cabe la posibilidad de recurrir al fondo europeo de rescate, cuyas ayudas hay que devolver con intereses y que suelen conllevar la exigencia de nuevos sacrificios a los ciudadanos. Pero se daría así la irritante paradoja de que quienes han perdido sus casas por carecer de medios para pagar a la banca acabarían contribuyendo, una vez más, a salvarla.

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