Punto de Fisión

Zapatero returns

A Zapatero los fontaneros del partido lo tenían escondido en primera fila, que es el mejor sitio para pasar desapercibido si uno es Zapatero. Al lado de Felipe González, el expresidente parecía mucho más ex que presidente, aunque también es verdad que lo pareció todavía más durante los siete años en que estuvo refugiado en La Moncloa. Una vez contó que le había dicho a su mujer antes de acostarse: "No sabes, Sonsoles, la cantidad de cientos de miles de españoles que podrían gobernar". La frase sonaba a zapaterismo desaforado pero el hombre llevaba más razón que un santo, tanto que su sucesor en el cargo fue Mariano, un español cualquiera que acaba de expectorar en público que "España es un gran país que hace cosas importantes y tiene españoles".

Con Mariano y con José Luis el bipartidismo terminó de descarrilar en el dúo cómico, que es su destino natural; cuando pasen unos decenios, después de la tercera guerra mundial o de una epidemia zombi, alguien consultará las hemerotecas y le costará diferenciar las mejores frases de uno o de otro. España, en efecto, tiene españoles, aunque sólo por casualidad, ya que únicamente los vascos nacen donde les da la real gana. En el ambiente bucólico y pajarero del Parque del Capricho, José Luis gorjeó lo siguiente: "El día 24 votamos quién va a gobernar y para gobernar hay que haber demostrado ser partido de gobierno". Teniendo en cuenta las dos décadas largas de psocialismo en el poder, la experiencia más bien demuestra lo contrario. Sin embargo, como todo buen zapaterismo, éste incluye una carga de profundidad evidente: que el gobierno pertenece a los dos grandes dinosaurios de la derecha y la extrema derecha, y los demás que se jodan. Lo que pasa es que a José Luis, al contrario que a su sucesor en el cargo, le pierden los buenos modales.

Zapatero es la última baza que le faltaba a Carmona después de hacer el tonto en silla de ruedas y de proponer la resurrección de batallas navales en el lago del Retiro. Puesto a buscar titulares rocambolescos, Carmona rizó el rizo de la estadística al asegurar que "el 99'9% de las mujeres no desearía ser penetrada diez veces al día", audaz afirmación que demuestra no sólo un inconcebible poder telepático sino que también deja un honorable hueco para la ninfomanía. En su denodada lucha contra su némesis, Esperanza Aguirre, Carmona cada vez se parece más a ella; ya sólo le falta prometer que, para acabar de una vez por todas con las redes de prostitución, aparte de multar a clientes y proxenetas, va a cerrar también los prostíbulos y a prohibir los anuncios de servicios en los periódicos en un 99,9%.

Carmona, que cada día tiene más cara de japonés (igual que su maestro, Felipe González), pudo aprovechar su puesta de largo junto al maniquí ex presidencial para hacerse el harakiri. Sin embargo, prefirió que hablara Zapatero, quien aseguró que puede que haya algún candidato con la hoja de servicios tan limpia como Carmona, "pero no más limpia". Esto no es exactamente un elogio, sobre todo viniendo de Zapatero, aquel presidente ingenuo que en pleno vendaval del 15-M pensaba con nostalgia que tal vez su lugar estaba en las asambleas de la Puerta del Sol, pintando pancartas y agitando el puño. Como si el 15-M se hubiese levantado en armas contra las almorranas.

 

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