Punto de Fisión

Tordesillas punto cero

Según la tesis de Luis Martín Arias, farmacólogo de la Universidad de Valladolid, el Toro de la Vega es un medicamento moral compuesto por el amor al toro de lidia, el valor de los participantes y el respeto a la tradición. Un supositorio, vamos, lo dice un verdadero especialista en el tema. El hombre, en una exhibición de pensamiento a boina libre, va incluso más allá y asegura que festejos como el de Tordesillas suponen un escape ritual a la violencia, ya que lo que sufre el toro, no lo sufren las mujeres del pueblo. Esto puede parecer una burrada -dicho sea con todo el respeto para burros, mulas y demás cuadrúpedos- hasta que uno contempla las imágenes del mocerío masculino de Tordesillas en acción: un montón de paletos borrachuzos y onomatopéyicos con los que Kubrick podría haber rodado la escena inicial de 2001 sin necesidad de vestuario ni maquillaje, aunque le habrían despachurrado el tapir a patadas, como si fuese un periodista.

Si fuese cierta la tesis del eminente farmacólogo (que hasta ocupa una cátedra universitaria, para que vean cómo anda el patio de la ciencia en España), el Toro de la Vega tendría que celebrarse en Tordesillas una vez al día como poco. Si le hacen esta salvajada a un toro para evitar hacerle algo similar a una señora, imagínense cómo andarán las gallinas de la comarca. Además, los demás pueblos de la península, que carecen del esplendor anual de una de estas vistosas ceremonias prehistóricas, deberían lucir cual sucursales de Puerto Hurraco.

No es así gracias, entre otras cosas, al progreso de la moral, al avance de la ley y a la concienciación, lenta pero inexorable, de que los animales no son juguetes sin alma. Ahora bien, quizá el experto en supositorios éticos tenga razón y Tordesillas suponga la excepción a la regla; quizá este villorrio anclado en el Pleistoceno necesite de una vía de escape, como las ollas a presión, para que todo esa testorena cerebral que chorrea por el pueblo no vaya a disparar el índice de violaciones y homicidios más allá de lo que se considere normal en el municipio. A lo mejor el Toro de la Vega está ahí para evitar que en Tordesillas vuelva a fundarse la ETA, el Ku-Klux-Klan y el circo del bombero torero. Desde luego, debe de ser el único lugar de la Península Ibérica donde tienen un listo en lugar de un tonto de pueblo.

Porque hace falta ser tonto, pero mucho, para presumir de torneo ancestral, estar esperando el año entero y ni siquiera conocer las normas, una de las cuales reza que el toro no puede matarse fuera del perímetro. No parece una regla muy difícil de entender pero eso sólo lo sabe un aborigen de Tordesillas. Al final declararon nulo el torneo, salvo para Rompesuelas, que murió como siempre, reventado y exhausto, únicamente para que unos cuantos bípedos sin civilizar demostraran una vez más que el hombre, cuando se lo propone, puede ser la más bestia de las bestias. Pdr Snchz ya ha prometido, igual que un año atrás, que en cualquier momento va a prohibir la infamia de Tordesillas, en cuanto elijan un alcalde con dos dedos de frente. Y cuando Pdr Snchz promete algo, lo promete; es un hombre de palabra (de hechos no, pero de palabra, lo que quieras). Con la tauromaquia en general y con el Toro de la Vega en particular, al PSOE le pasa lo mismo que con la monarquía y el neoliberalismo, que no son partidarios pero primero tragan, luego participan y al final ya disfrutan hasta el tope de la lanza.

 

Más Noticias