Punto de Fisión

El síndrome de Aguirre

Hace un par de semanas apareció un video casero de Esperanza Aguirre en que criticaba la desidia y la poca vergüenza del Ayuntamiento de Madrid en cuestiones de higiene ciudadana. La señora Aguirre mostraba una papelera llena a rebosar a plena luz del día y se preguntaba escandalizada dónde estaban los barrenderos, esos mismos cuya plantilla la alcaldesa suplente Ana Botella redujo a la mitad en sólo dos años después de privatizar el servicio público de recogida de basuras de la capital y adjudicarlo entre varias empresas (OHL, Sacyr, FCC, Ferrovial) cuya mención no deja indiferente a nadie. Como que aparecen en un montón de contratos vinculados con el PP y algunas de ellas también, curiosamente, en varias tramas corruptas. La papelera estuvo a punto de contestarle pero tenía la boca demasiado llena.

Oír a un ex jerarca pepero (de los que han tenido Madrid más de dos décadas hecha una auténtica cochiquera) protestar por la suciedad en la capital no deja de ser gracioso pero también inquietante. Como contemplar a Tony Soprano quejándose de los modales de un comensal en la mesa mientras él se atiborra de macarrones a pellizcos. Por algo Tony también se dedicaba al negocio de las basuras. El video era más que nada eso, casero, pero con él la señora Aguirre intentaba relanzar su carrera política a través de las redes sociales. A falta de una radiotelevisión pública, no le ha quedado más remedio que hacerse youtuber, un medio donde puede petarlo a poco que se lo proponga. Ni siquiera El Rubius es tan rubia como Esperanza Aguirre.

Tal vez porque echa de menos los tiempos en que ella repartía juego en Telemadrid (conocida popularmente como TeleEspe), la señora Aguirre criticó desde Onda Cero el despilfarro de la partida para colaboradores de Radio M21 (conocida popularmente como Radio Carmena), una emisora financiada por el actual consistorio del Ayuntamiento de Madrid. También criticó, de paso, la línea ideológica de la cadena, dedicada "exclusivamente a la propaganda" e infectada de "populismo y comunismo", aunque de momento la Radio todavía no ha emitido un solo programa y por lo tanto línea ideológica no hay ninguna.

Entre las principales inexactitudes de la crítica, no es la menor que los 634. 335 euros presupuestados no estén destinados a pagar a los futuros colaboradores sino a gastos de producción. De propaganda descarada, de colaboradores alquilados y de gastos excesivos la señora Aguirre debería estar mejor informada ya que, a lo largo de su kilométrico mandato, pagó del bolsillo de los madrileños a una nutrida e infatigable jauría de voceros, fans y guardaespaldas personales entre los que se cuentan Hermann Tertsch, Saenz de Buruaga, Sánchez Dragó, Melchor Miralles y Cristina Tárrega. Sólo la productora New Atlantis, de Buruaga, facturaba más de ocho millones y medio de euros por aquel engendro de programa denominado Madrid Opina, donde quien opinaba, mayormente, era Buruaga.

Hace unos años salió la noticia de un policía de paisano que, alertado por el vigilante de una cámara de seguridad, empezó la persecución de un sospechoso en un barrio de Sussex. Pasaron unos veinte minutos hasta que el policía comprendió que, en realidad, se estaba persiguiendo a sí mismo. Y lo que es peor: estaba empezando a gustarle. La señora Aguirre va a darle el nombre al síndrome cualquier día de estos.

 

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