Punto de Fisión

LiPSOEsucción

Hay un montaje fantástico de un anuncio para adelgazar donde, en dos fotos distintas, se ve al mismo gordo que no ha perdido ni un gramo de tripa en dos semanas. No obstante, hay una diferencia fundamental entre una foto y otra, y es que en la segunda el gordo ha perdido las gafas. Es un proceso de liposucción semejante al que ha hecho el PSOE, el cual, en siete meses, ha defenestrado a su Secretario General, lo ha arrastrado por el fango, lo ha ahorcado de las editoriales y finalmente ha vuelto a elegir al mismo Secretario General. Ayer en Ferraz sólo faltaba Bill Murray anunciando cuatro años más de Pedro Sánchez.

Lo de ayer domingo en Ferraz fue una fiesta y, más que una fiesta, un estriptís. El PSOE celebra que es el partido más democrático y transparente del panorama político español y no les falta razón, puesto que en estos siete meses lo han enseñado todo. Traiciones, vergüenzas, pañales, acuchillamientos por la espalda, insultos, zancadillas, y al final qué bien nos lo hemos pasado, compañeros y compañeras, qué unidos y qué unidas estamos, qué de izquierdas y de izquierdos somos. El mundo gira a razón de venticuatro horas al día pero el PSOE tarda siete meses en rotar alrededor de sí mismo. De haber tenido carné, Copérnico habría tirado el telescopio a la basura y Galileo se habría tragado sus murmullos. En Ferraz unos cientos de militantes acudieron a celebrar lo bien que se le da a su partido perder el tiempo y el dinero.

Esta fastuosa demostración del psocialismo heliocéntrico, que gira y gira para llegar al mismo sitio, no hubiese sido posible sin el concurso del aparato entero del partido, del PP, de Ciudadanos, de la prensa amiga y de buena parte de la enemiga. Todos se dedicaron en bloque a aupar a Susana Díaz y anoche, cuando le llegó el momento de estamparse desde lo alto, la soltaron de golpe contra las urnas y su barrigazo resultó espectacular. Sin permitir ni un resquicio al azar, los cerebros grises del PSOE presentaron una tercera candidatura, la de Patxi López, para que a Susana Díaz no le quedara la menor oportunidad de éxito. El globo sonda de Díaz volaba demasiado alto, por eso le colocaron a López de lastre.

El recuento no dejaba lugar a dudas: al dividir el voto oficialista entre la Sultana del Sur y el ex lehendakari, dejaron la tumba abierta y Sánchez resucitó de entre los muertos. Debe agradecérselo a Felipe, Guerra, Zapatero, Hernando, Rubalcaba, Bono, Carmona y los demás barones y baronas del partido, quienes lo iban reviviendo golpe a golpe, verso a verso, puñalada a puñalada. Sánchez se ha movido estos meses a fuerza de patadas en el culo, igual que el cadáver aquel de Este muerto está muy vivo.

Después de esta guerra de los Rose -con Patxi López imitando sutilmente a Danny DeVito-, la militancia psocialista está lista para otro nuevo giro de tiovivo. Hay que felicitar a Felipe por la fulgurante maniobra con la que ha desacreditado a toda la línea dura del partido y a sí mismo ante la militancia: no se veía una acción estratégica tan fina desde que Napoleón barrió al duque de Wellington desde Santa Elena en una partida a los barquitos por correspondencia. La marcha atrás salió tan bien que unos cuantos forofos hasta se pusieron a cantar La Internacional, olvidando que hace décadas ya que abjuraron del marxismo.

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