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Emery, los gays y el ajedrez

Nadie se atreve a hablar en el mundo del fútbol de homosexualidad. Parece un terreno vedado. Muchos dicen que el fútbol es un deporte de hombres, de lo que muchas futbolistas se quejan amargamente, en el que no hay lugar para "mariconadas". Algunos jugadores se vanaglorian de sus conquistas amorosas heterosexuales, la mayoría de ellos suelen tener hijos a edades tempranas y cunde el estereotipo de la estrecha relación que existe entre futbolistas y mujeres guapas.

Pero el técnico del Valencia, Unai Emery, se ha atrevido estos días a sacar del armario lo que piensa. En una entrevista con el diario Levante dijo hace unos días que creía controlar cuando un jugador es homosexual y en la víspera al encuentro de UEFA ante el Dinamo de Kiev ha vuelto a retomar el tema.

Muchos pensarán que si sus declaraciones son inoportunas, que si lo importante es la situación del Valencia o que si es preferible divagar sobre el sexo de los ángeles. Pero ya iba siendo hora que alguien se intente superar el machismo insultante que rodea a este deporte, aunque falten todavía muchos pasos por dar.

Lo que gritará la grada de un estadio o lo que dirán los compañeros de vestuario sigue siendo un potente reprimidor para muchos futbolistas que siguen ocultando su orientación sexual. Seguro que las declaraciones de Emery traerán cola (perdón por la expresión) pero podrían servir como el inicio del principio del fin del mutismo, la cobardía y el fariseismo en el mundo del fútbol sobre la homosexualidad.

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