Fuego amigo

¿Gripe aviaria o aviar?

Con la ya famosa gripe aviar llegará a España, además de una epidemia (o una pandemia) un neologismo que ya no hay quien lo pare y contra el que no hay vacuna posible. Si acudís al diccionario veréis que no existe el adjetivo aviar. Aviar significa disponer algo para el camino (es un verbo que proviene de vía, camino), arreglar, aderezar la comida... Las tías de mi mujer, de Talavera de la Reina, todavía hablan de los avíos que le añaden a los guisos para enriquecerlos y hacerlos más gustosos (hacen un conejo campero, con esos avíos, de morirse).
Cuando hablamos de la gripe aviar nos referimos a una supuesta gripe transmitida por las aves. De las aves, el adejetivo sería aviario, por lo que lo correcto sería decir gripe aviaria. Es uno de los tantos errores por analogía que nutren a las lenguas, y que en definitiva las hacen más vivas, pues las lenguas no las fabrican las academias sino los usuarios. En este caso concreto seguramente se trata de una mala traducción del término inglés aviary, que significa pajarera, lugar donde se crían pájaros (avería, no en el sentido de estropicio de algo).

Hay analogías históricas que, en el colmo de la pirueta lingüística, pasaron a significar exactamente lo contrario del término original. Ocurre con álgido, que originalmente (del latín algidus) significaba, y significa, muy frío, glacial, pero que por analogía con alto (supongo) pasó a utilizarse con el significado de punto culminante o el más caliente. Así, decimos: "en el momento álgido de la discusión", dando a álgido el sentido de caliente en lugar de frío.
En todas las lenguas vivas existe una pugna entre los neologismos y las academias de la lengua. Unas veces las nuevas palabras mueren al poco de nacer, vocablos de usar y tirar, útiles solamente para un determinado momento histórico y social. Otras, en cambio, se quedan y permanecen vivas con el respaldo masivo de la comunidad de hablantes. La Real Academia, en estos casos, no tiene más remedio (a veces a regañadientes y con años de retraso) que concederle la partida de nacimiento oficial.
En el caso de la gripe aviar creo que estamos todavía a tiempo de defendernos de un mal e innecesario contagio lingüístico. Yo, al menos, cuando estemos en el momento álgido de la gripe aviar, seguiré diciendo gripe aviaria, por más que el Ministerio de Sanidad piense que esta locura mía es fruto del contagio de las vacas locas. Aunque si llega a España con la virulencia que se temen los investigadores, estaremos aviados, en cualquier caso.

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