Fuego amigo

Prietas las filas, recias, marciales, nuestras escuadras van

Pasó el 20 N sin pena ni gloria. Y ya no sé si es porque la extrema derecha se está reservando para la manijuerga del día 24 en Madrid, convocada por la sección del PP de víctimas del terrorismo, o es que el síndrome del BMW deportivo está haciendo estragos en su memoria histérica. Las últimas concentraciones ya no son lo que eran. Les vi ese día por televisión desfilando en el Valle de los Caídos, y en verdad os digo que era una tropa de penoso desfile. Parecía una parodia de aquel prietaslasfilasreciasmarcialesnuestrasescuadrasvan. A mi en la mili me dieron más de una hostia por marcar el paso de manera tan poco recia, desgarbada y falta de ritmo.

En realidad desde ese día se habla más de otro grupo de apariencia igualmente fascista, que la prensa llama "los antisistema", y que ellos se llaman a sí mismos por teléfono y "antifascistas", por ese orden. Ya lo decía Gila: los extremeños se tocan.

Como todos los años por esas fechas ("por esas fachas", como dice un amigo), la gente joven que convive a mi alrededor me hizo la inevitable pregunta/examen: ¿Y tú cómo viviste aquel 20 de noviembre de 1975? Y como un abuelo cebolleta, entorno los ojos, y contesto enigmáticamente: Pues no lo sé. Porque apenas unos minutos después de ver a Arias Navarro dando la noticia, a punto de llorar (nunca comprendí su tristeza), sabedor de que nos iba a alegrar el día a la mayoría de los españoles, empecé a beber sin pausa un horrendo cava que nadie en la redacción se había preocupado de meter en la nevera y que estaba allí en un armario desde la larga tromboflebitis del verano.

Tantos años esperando poder acompañar a la familia del felizmente finado con mi sentido pésame en tan tremendo trance, y a mi me daba por beber tontamente hasta perder la conciencia. Vivía un día histórico, y lo ahogaba en burbujas. Salvando las distancias, es como si ligas a Naomi Campbell , y de la emoción te emborrachas hasta las patas, y te encuentras con una notita sobre la almohada desierta al día siguiente: "Te has portado muy bien, cariño". Y tú sin recordar absolutamente nada del día más feliz de tu vida. Como un rojo pardillo. 

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