Fuego amigo

Conoceremos su legado político por los grafiti

Fidel Castro lleva muriéndose políticamente un año y medio. Ahora debe de estar preparando su muerte física, porque, al igual que los grandes hombres en sus postrimerías, como hizo José María Aznar, ha decidido no presentarse a su reelección.

En su Cuba, donde lo que no es oficial está proscrito, hasta los grafiti son oficiales, a veces de un tamaño descomunal para que sea imposible no verlos, y de su capacidad para perdurar intactos en las paredes se deduce la permanencia o volatilidad de la doctrina que encierra cada mensaje. El de "Patria o muerte", por ejemplo, es uno de los más veteranos, y muchos en la isla piensan que cualquier día de estos la patria acabará llevándolos a la muerte por inanición.

Hay uno al llegar al aeropuerto José Martí, creo que dirigido subliminalmente sobre todo al numeroso turismo español, que recibe al viajero con una soflama que es todo un principio político: "Aquí nunca habrá una transición", dice más o menos. Es una frase lapidaria que recuerda al frontispicio del infierno de Dante, (Inferno, 3,9): Lasciate ogni speranza, abandonad toda esperanza. Algo así como "españoles, no traigáis a la isla el canto de sirenas de la transición, abandonad toda esperanza".

Nuestro viejo régimen también echaba mano de las imágenes poéticas para expresar su intención de echar raíces entre nosotros, como el III Reich, que tenía una vocación de permanencia de mil años hasta que el cianuro se cruzó en su camino. Franco creía haberlo dejado "todo atado y bien atado", para que las instituciones permanecieran mil años sin él.

Lo peor sería que se cumpliese la predicción, porque cuando no hay transición, tal como hemos aprendido aquí, las revoluciones comienzan un proceso de descomposición acorde al del cadáver del dictador desaparecido. Lo preocupante es que para el comisario político autor del grafiti, el concepto de transición (a la española, supongo) significa alta traición a la verdad suprema e inamovible de la revolución.

Fidel Castro se ha despedido teatralmente desde el diario Granma, menos oficial que los grafiti. Así que vamos a esperar qué mensajes nos transmiten en los próximos días las paredes de la Habana para tomarle el pulso al futuro de la revolución.

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