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Tensiones por el premio Nobel de la Paz

A lo largo de su historia, la concesión del premio Nobel de la Paz rara vez ha estado exenta de controversia. Un repaso a la lista de galardonados –entre los que destaca Henry Kissinger, promotor de atrocidades en Camboya y América Latina– permite entender que el premio despierte suspicacias, incluso en aquellos casos en que existan motivos justificados para el reconocimiento. El ganador de este año –el profesor y disidente chino Liu Xiaobo, condenado en diciembre pasado a 11 años de prisión por pedir una mayor apertura democrática en su país– no se ha librado de la polémica. El comité del Nobel de la Paz ha premiado a Liu por su "lucha larga y no violenta a favor de los derechos humanos fundamentales" en China. Si bien contra este argumento apenas caben objeciones, queda sin embargo la duda de si en la decisión del jurado han influido motivaciones ideológicas. Así lo entiende el régimen chino, que ha

reaccionado con ira contra lo que considera una agresión política.

A nadie debe sorprender esta respuesta por parte de una dictadura que castiga de manera implacable a los disidentes. Ello no excluye que puedan surgir preguntas sobre si el reconocimiento es tan inocente como se pretende, en momentos en que China surge como el gran rival económico de Occidente. El presidente Obama, que recibió el año pasado el mismo galardón en una decisión a todas luces precipitada, se apresuró ayer mismo a exigir a Pekín la liberación del profesor Liu, una preocupación que no manifestó a los jerarcas chinos cuando se reunió con ellos en noviembre de 2009.

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