Al sur a la izquierda

Una persona humana en política

Todavía hay personas humanas en la política. La ferocidad de los enfrentamientos partidarios nubla en ocasiones el entendimiento y la percepción de hasta dónde puede llegar la entrega y la generosidad de muchos políticos, a los que además no les importa pagar un elevado precio por ello. El caso tal vez más sangrante es el de la diputada andaluza por Granada Carmen Reyes, que ayer sufrió durante tres interminables horas el no menos interminable interrogatorio de un juez instructor del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, empeñado, al parecer y al igual que su homólogo de un juzgado de Órgiva, en que la hoy paralmentaria y entonces concejala de Lanjarón amañó en 2007 el censo electoral inscribiendo a un centenar de personas que no vivían en el pueblo. Otros tres dirigentes del PP local están también imputados.

Pero, como ella misma explicó ayer al señor magistrado, lo único que hizo fue ayudar a algunas personas a rellenar los formularios de empadronamiento. ¿Hasta un centenar de personas? Bueno, o te pones a echarle una mano a la gente o no te pones. La prueba de la buena voluntad de Reyes es que incluso dio cobijo en su propio domicilio a unos tíos suyos que solían vivir en Málaga, a su suegra y –nótese el bellísimo gesto– ¡a un hermano de su suegra! A los otros noventa y tantos empadronados bajo sospecha no los inscribió en su casa porque la generosidad, al igual que el número de habitaciones, tiene un límite. Sin embargo, sus implacables opositores políticos le exigen que dimita. Metes en casa al hermano de tu suegra y ese es el trato que recibes. Por fortuna, no todos los políticos son así. Menos mal.

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