Balagán

La realidad y el deseo

Los ataques de ayer en el sur de Israel, con los muertos y heridos que causaron, nos recuerdan la volatilidad de la región. Hacía ya tiempo que no se producía un atentado similar. El primer ministro Netanyahu se lo ha atribuido a los Comités de Resistencia Popular, una pequeña milicia que ha estado muy activa en Gaza en los últimos años.

En la primera represalia, la aviación israelí mató anoche en Rafah a Kamal al Nairab, a quien se consideraba el jefe de esas milicias. Según los israelíes, Nairab había organizado los ataques de ayer al norte de Eilat.

Es muy difícil que este tipo de ataques y atentados desaparezcan por completo, aunque pueden reducirse. Para ello no bastan medidas militares. También son necesarias medidas políticas. Israel, que sólo desea aplicar medidas militares, debería recordar que cuando tenía a su Ejército dentro de Gaza las 24 horas, los soldados no podían controlarlo todo. Había ataques y atentados inevitables continuamente, y algunos muy graves.

Si los judíos israelíes dicen que no han podido olvidar su tierra durante 2.000 años de exilio, ¿acaso les pueden exigir a los palestinos que la olviden después de sólo 63 años?

Las medidas políticas que Israel se niega a adoptar consisten en salir de los territorios ocupados. Netanyahu cree que no hace falta y sigue enviando colonos a Cisjordania. De momento tiene a su lado al presidente Mahmud Abbas, que hace prácticamente todo lo que le pide Israel. ¿Pero cuánto tiempo le queda a Abbas? ¿Y qué ocurrirá después de él?

Septiembre será un buen mes para calibrar el futuro, aunque o cambian mucho las cosas o no parece que se vayan a crear grandes expectativas. Netanyahu ni siquiera hace caso a sus amigos, a los que realmente sustentan el Estado judío contra viento y marea. ¿Cómo se puede confiar en que él vaya a retirar a los colonos de los territorios ocupados?

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