Balagán

Antonio Muñoz Molina

Antonio Muñoz Molina recogerá este domingo el Premio Jerusalén. Pero la concesión del galardón ha suscitado cierta polémica puesto que algunos intelectuales y varios grupos de apoyo a los palestinos le han pedido al escritor de Úbeda que lo rechace.

Está claro que Muñoz Molina se merece el galardón, pero ¿se merece el Ayuntamiento de Jerusalén a Muñoz Molina?

El de Jerusalén es un Ayuntamiento sectario que, según algunos, utiliza el Premio como herramienta de propaganda para tapar sus actuaciones poco éticas y hasta inmorales, que discrimina a la población palestina de mil maneras distintas. Además, estos últimos días la policía israelí está llevando a cabo una intensa campaña de acoso y hostigamiento hacia los palestinos de Jerusalén que ha provocado la denuncia de numerosas organizaciones de apoyo a los palestinos.

Los grupos que instan a Muñoz Molina a no aceptar el galardón son los mismos que defienden el final de la ocupación israelí, grupos que al mismo tiempo defienden la campaña de Boicot, Desinversiones y Sanciones (BDS) como forma de presión sobre el Estado judío.

Muñoz Molina ha dicho que recogerá el premio y ha argumentado para ello que Israel es un país "plural" que acoge a muchos ciudadanos que están en contra de la ocupación. Esto es cierto aunque puede ser materia de discusión cuántos son esos "muchos", y basta referirse a las recientes elecciones que se celebraron el mes pasado para darse cuenta de que no son tantos.

Los críticos sostienen que el boicot a Israel debe seguir el ejemplo de la Sudáfrica del apartheid. Entonces en Sudáfrica también había "muchos" blancos que denunciaban el apartheid, pero a pesar de ello la comunidad internacional decretó el boicot hasta que se puso fin al apartheid.

A Israel y los territorios ocupados vienen a menudo representantes de Sudáfrica, y sistemáticamente dicen que la situación en Palestina es mucho peor que la que ellos vivieron durante el apartheid.

Se ha de recalcar que en el caso de Sudáfrica fueron los líderes occidentales quienes decretaron el boicot que condujo al final del apartheid. Esos mismos líderes, en cambio, permanecen con los brazos cruzados en el caso de Israel, tal vez por temor, lo que está prolongando la tragedia del pueblo palestino. Lo que los líderes occidentales no hacen tratan de hacerlo los activistas pacifistas.

La cuestión no es si Muñoz Molina se merece el premio, sino si Israel, un Israel que aplica una fuerte discriminación contra los palestinos y que ocupa y roba sus tierras, también en Jerusalén, saltándose cada día la legislación internacional, se merece a Muñoz Molina.

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