Una china en el zapato

Igual ocho que ochenta

Lo escuché el viernes pasado en la radio y todavía sigo dándole vueltas: el consejero de Presidencia, Justicia e Interior de la Comunidad de Madrid, Francisco Granados, comunicó que el teléfono de urgencias 112 atenderá a partir de enero las llamadas en ochenta idiomas. Ochenta idiomas. ¿No son muchos idiomas?

     No puedo dejar de pensar en ello. En el mundo hay unas seis mil lenguas, es cierto, pero la ONU funciona con seis idiomas oficiales. ¿Qué hace la Comunidad de Madrid contestando las urgencias en ochenta idiomas?

     Según la wikipedia las últimas palabras que dijo Einstein al morir quedaron perdidas para siempre ya que la enfermera que le atendía no hablaba alemán. Pero, sinceramente, no creo que el gobierno regional del PP esté preocupado porque se le escape algún caso así. Todo el asunto resulta inquietante: ¿en qué cabeza se engendró esa idea y qué chispa la motivó?, ¿en qué términos se habló de ello, con qué argumentos? Es obvio que debe haber un interés económico o político, como interesa otras veces el discurso xenófobo. Necesitaríamos un Assange patrio.

     El lenguaje con el que se les ha hablado a muchos inmigrantes en los últimos años ha sido el mismo: su término más utilizado fue el sarcástico hipoteca bienvenida. Ahora, cuando se debate en la UE recortar sus derechos como trabajadores se está hablando una lengua que entendemos todos. En este caso da igual ocho que ochenta, el lenguaje del miedo y la desesperación, de la esperanza y la solidaridad o se entiende o no se entiende. El último suspiro es un idioma universal. Y lo de la Comunidad de Madrid...  tampoco necesita intérpretes.

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