Monstruos Perfectos

Aznar - 1 / Bush - 0

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Lo siento, pero así queda la cosa. Después de ver las escasas imágenes que el gabinete de prensa de Bush ha distribuido con estampas de la boda de su hija Jenna el sábado pasado, hay que admitir que el evento no le llegó ni al dobladillo del miriñaque al bodorrio que organizaron en El Escorial los Aznar para casar a su hija Ana con Alejandro Agag. Ni punto de comparación.

Mientras que nuestro presidente casó a su hija en un marco incomparable de belleza sin igual, escenario histórico de glorias imperiales, el presidente de los Estados Unidos lo ha hecho en su propio rancho texano. Nada que ver. Entre casarse en El Escorial, donde la única pierna que sabemos que se puso en alto fue la de Felipe II para aliviarse los dolores de la gota, y un rancho, donde sabemos que un señor pequeño con bigote plantó los mocasines encima de la mesita de centro, no hay color.

Por mucho que los Bush hayan intentado emular la hazaña española y casar a la niña con un muchacho que, lo mismo que Agag, trabajaba para su padre. No es lo mismo. Me da igual que la madre de la novia quisiera darse el pisto y lucir un Oscar de la Renta en vez de confiar en su modista de toda la vida y vestirse con un modelazo creado por una versión texana de Aby Güemes. Ni por esas.

"Ganamos nosotros". Le habrá dicho Ana Botella a José María cuando haya visto las fotos de la boda. "¿Nosotros? Habla por ti", habrá respondido él.

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