Bulocracia

El cuento del torno gratuito para gente sin dinero en el metro de Estocolmo

"Un ingeniero español", "un hombre español", "un ingeniero chileno", "un ingeniero guatemalteco", "un ingeniero peruano", "un ingeniero argentino", "un ingeniero"; "um engenheiro argentino", "um engenheiro brasileiro"; "un turista mexicano", un turista argentino", "un turista salvadoreño", "un turista latino", "un turista colombiano", "el hombre recién llegado desde Colombia", "un turista de un País Latinoamericano", "un turista"... Incluso hay quienes dan nombre y apellido, el del "ingeniero Leandro Guido, argentino en un intercambio con Europa".

El caso es que todos estos y algunos más son protagonistas en las redes sociales, especialmente en Facebook, de una experiencia presuntamente acaecida en el metro de Estocolmo, Suecia, cuyo relato acaba con el consejo de que "hagamos de la honestidad y buena fe un hábito...".

Hay cientos de versiones de este bulo en Facebook, cientos. Y mucho presume la red social de que lucha contra ellos, pero solo ha rotulado una imagen entre centenares advirtiendo de que se trata de "información falsa". Aq podemos verlas todas.

El cuento del torno gratuito para gente sin dinero en el metro de Estocolmo

Se cuenta una historieta que casi siempre va acompañada de la foto de unos vagones con puertas azules aunque, como hay montones de versiones, algunas veces eso sí cambia. Pero el texto es siempre el mismo. Solo 'hay que alterar' dos frases al gusto. Aquí, la versión española:

"Un ingeniero español entró en una estación del metro de Estocolmo, capital de Suecia.
Allí notó que había, entre muchos molinetes normales y comunes, uno que daba paso libre gratuito.
Entonces le preguntó a la vendedora de ticket el porqué de aquel molinete permanentemente libre para pasar y sin ningún agente de seguridad en las cercanías.
La dama, entonces, le explicó que ese paso estaba destinado a las personas que, por cualquier motivo, no tuviesen dinero para pagar su pasaje.
Incrédulo, acostumbrado a la manera española, no pudo evitar hacerle la pregunta que, para él era obvia:
- Y si la persona tuviese dinero, pero simplemente no quisiese pagar?
La vendedora entrecerró sus ojos azules y con una sonrisa de pureza sobrecogedora, le respondió:
- Pero por qué haría eso?
Sin poder acertar una respuesta, el ingeniero pagó su pasaje y pasó por el molinete, seguido de una multitud que también había pagado por sus ticket.
El paso libre continuó vacío.
La honestidad es uno de los valores más liberadores que un pueblo puede tener.
Una sociedad que ha logrado transformar ese valor en algo natural, está en un estado de desarrollo, sin duda, superior.
Eso es educación... También y antes que nada!
Cultive este valor y transmítaselo a sus hijos, a sus nietos, a sus alumnos, a la sociedad.
Su mundo cambia cuando usted cambia. No premiemos las prácticas fraudulentas, los negocios mal habidos, la corrupción...
Hagamos de la honestidad y buena fe un hábito...".
El cuento del torno gratuito para gente sin dinero en el metro de Estocolmo

Este moralizante relato que pretende ser entrañable lleva unos años en las redes y ahí va a seguir. Lo de menos es quién lo protagoniza, que como vemos cambia según quién lo difunde, y algunos hasta lo advierten:

"Me encontré esta historia por ahí y le haré unos cambios para llevarlo de lo general a lo específico como decía mi profesora de Metodología. El escrito decía "un turista Chileno", yo lo cambiaré a un emigrante cubano".

No importa si pudo ser concretamente al "ingeniero argentino Leandro Guido" a quien le ocurrió esto, aunque así lo exponen las redes al menos desde diciembre de 2016. No importa porque antes el mismo texto se le atribuía a un "profesor brasileño llamado Joao Alberto Guimaraes".

Tampoco importa en qué idioma pudieron hablar y con tanto detalle la "vendedora" del metro sueco, la "dama", y un "ingeniero" o "turista" que en todo caso tendría como lengua materna el español, o el portugués. "¿En qué lengua le dijo la "vendedora" al "latino" "la honestidad es uno de los valores más liberadores que un pueblo puede tener"?". No importa. Lo verdaderamente sorprendente es que este relato que pretende concienciar sobre la honestidad y la buena fe miente descaradamente:

El metro de Estocolmo comenzó a construirse en 1944. Actualmente suma 110 kilómetros de túneles, más de un centenar de estaciones, y es uno de los lugares más visitados de la ciudad también porque exhibe obras de arte. Por ello, el metro de la capital de Suecia está considerado la galería de arte más larga del mundo. Hay obras por todas sus instalaciones, pero en ninguna de esas ciento y pico estaciones que componen su red hay "molinetes normales y comunes y uno que da paso libre gratuito".

Los billetes del suburbano de la ciudad sueca son válidos también para autobús, tranvía y barco municipal. Lo novedoso es que el transporte público se paga por tiempo. Un tique sencillo de 75 minutos cuesta algo menos de 5 euros, mientras que el billete de 24 horas sale por 14 y el semanal por 35 euros.

Ahora, por la pandemia de la Covid-19, apuestan por "instar a todos a evitar viajar en transporte público en Estocolmo en la medida de lo posible". Pero lo de entrar gratis por un torno especial es un cuento y así lo confirma la "Storstockholms Lokaltrafik AB", la "Compañía de Transportes Metropolitanos del Gran Estocolmo". "Molinetes normales y comunes" en el metro, sí; no hay "uno que da paso libre gratuito" para gente sin dinero, y nunca lo ha habido.

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