Cartas de los lectores

06 de enero

La decencia
¡Cómo se pueden llegar a retorcer las palabras! Olmert y Livni quieren preservar la seguridad de los ciudadanos de Israel, que se ven sometidos a los ataques de los muy temibles misiles qassam. Tan temibles, por cierto, que en el último año han matado a cuatro ciudadanos israelíes, mientras que en sólo diez días Israel ha asesinado a más de 400 palestinos.
El Estado terrorista en que se ha convertido Israel ha cortado el suministro de alimentos, medicinas, electricidad y demás necesidades básicas a toda la franja de Gaza, es decir, ha castigado a 1 millón y medio de personas para obtener fines políticos: deshacerse de Hamás, elegido democráticamente por su pueblo (nos guste o no). Dispara contra objetivos tan militares como universidades o casas de civiles y con toda seguridad su incursión en Gaza multiplicará las víctimas.
La sangre de estas acciones –que encajan con cualquier definición de terrorismo por estricta que sea–, inunda el corazón de los palestinos y manchará por siempre la conciencia de los mandos israelíes que las cometen. Ellos deberían saber que la Historia olvida mal. Y habrá museos del Holocausto palestino para recordar a las víctimas de esta masacre. Pero lo que realmente es escandaloso, lo que produce una vergüenza infinita, es la respuesta de la comunidad internacional.
Si la decencia, no ya la moral o la ética, sino simplemente la decencia, tuviera alguna cabida en la política, los Estados europeos deberían amenazar con romper relaciones con Israel, o romperlas de hecho, o llamar a consultas a los embajadores, o, al menos, imponer sanciones económicas –por muchísimo menos se las impusieron a Hamás–. Pero todos sabemos que eso no va a ocurrir. Israel entrará en Gaza a sangre y fuego, Europa no hará nada, Estados Unidos ni hablemos, (Obama sigue jugando al golf). El títere de Abbas negociará un Estado palestino sin poder alguno sobre sí mismo, acantonado, sin fronteras, sin recursos, sin soberanía real. Entonces, con la tierra ya quemada, saldrán los ministros de Exteriores europeos a decir "señores cálmense". Aún recuerdo a algunos dirigentes europeos encerrados con Arafat en la Mukata. De aquellos días a esta pasividad, cuánta autoridad moral hemos perdido.
Juan Diego Botto

Desde Ramala
Hace sol... pero ¿por qué hace sol? Esta mañana, mientras iba a trabajar por la ciudad desierta, continuaba preguntándome porque hacía sol... Es inútil, no consigo quitarme esas imágenes de la cabeza...
Más de 400 muertos... quizás no nos haga efecto leer un numero, pues mañana lo habremos olvidado ya, pero probemos a dar un nombre y un rostro a esos números. Llamémosles jóvenes que estaban saliendo de la escuela; Mario, que caminaba por la calle; Elena, que iba a la universidad; José, que estaba recogiendo su diploma de policía... quizás así nos demos cuenta que detrás de esos números hay personas... somos nosotros, nuestros hijos... nuestro silencio, nuestra indiferencia...
Ayer lloré. Estaba delante de la televisión y lloraba. Lloraba, porque cuando se bombardea a una población es un crimen de guerra y nadie lo dice. Cuando quienes mueren son mujeres, niños y hombres indefensos es un crimen de guerra, y nadie se indigna hasta el punto de ponerse en pie y gritar ¡basta! Lloraba, porque cuando oía las declaraciones de la comunidad internacional y de mi Gobierno, escuchaba palabras como "autodefensa", "evitar víctimas civiles". Una vez más,
los palestinos no son seres humanos, sino estadística.
Lloraba, porque encontraba en los ojos de las víctimas a mis compañeros, a mis vecinos, al niño que alzó al cielo la bandera palestina y me dijo: How are you?

Valentina V. /Ramala

Hormonas asesinas
Tantos años luchando por la defensa del medio ambiente y ahora resulta que va a ser mi propia orina la causa de una de las mayores agresiones contra la naturaleza. Y lo ha dicho el Papa Benedicto XVI que, como es bien sabido, tiene línea directa con dios y con unos científicos que sirven a la causa del ultracatolicismo desarrollando teorías, como poco, un tanto pintorescas.
Este ataque medioambiental procede, como no podía ser de otra forma, del abominable comportamiento de las mujeres –causa y origen de todo pecado–, que, para gozar de una sexualidad licenciosa y sin consecuencias, utilizamos contra natura la píldora anticonceptiva. Esas hormonas lujuriosas y apóstatas, que no cumplen con su función primigenia de la concepción, son liberadas en la naturaleza cada vez que a una de nosotras –Jetzabeles modernas– nos entran ganas de mear. Y no sólo contaminamos las aguas y las tierras del planeta, también afectamos a los machos de nuestra especie que, ante la sobredosis de estrógenos asesinos, ven su fertilidad disminuída.
Parece que el Pontífice no puede esconder su misogenia y que no pierde oportunidad para avalar este sentimiento recurriendo a los más inverosímiles argumentos .
Ana Cuevas / Zaragoza

Cambio pautas de consumo
He leído en la prensa que "tras cuatro años de decrecimiento en las visitas a los supermercados e hipermercados, la tendencia se invierte en 2008".
Parece claro y notorio que los tiempos de vino y rosas en los que cualquier españolito comía y cenaba donde le parecía, sin importarle la factura, han acabado.
Menos renta disponible y unas malas expectativas para 2009 harán que esta tendencia se mantenga en el transcurso de este año.
Por tanto, los grandes beneficiados serán la gran y mediana distribución y los gran perjudicados la restauración (bares, restaurantes, etc.).
Antonio Casterá / Puerto de Sagunto (Valencia)

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