Cartas de los lectores

7 de mayo

Los mercados están enfadados
La principal conclusión sobre el momento económico actual es que los mercados están muy enfadados con nosotros, y hasta que no les demos lo que piden no hay nada que hacer. Los mercados, como todos los jefes, siempre tienen razón, y por tanto habrá que complacerlos si no queremos que nos echen a la calle. ¿Qué quieren los señores mercados? Sacrificio. A quienes gobiernan el Estado les demandan congelar los salarios de los empleados públicos y que no aumente el número de puestos de trabajo pero, ¡oh, paradoja!, a la vez, ven bien que se concedan más ayudas a las empresas privadas, les bajen las cotizaciones y les reduzcan el impuesto de sociedades. A los trabajadores, los mercados nos piden que nos hagamos cargo de la situación y aceptemos recortes de salarios, despidos más baratos, retraso en la edad de jubilación y pensiones de calderilla. ¿Y al capital? ¿Alguien sabe qué sacrificios le piden los mercados al capital?
Enrique Chicote Serna / Arganda del Rey (Madrid)

Hay que destapar a los especuladores
Mientras los hombres rapiña revolotean por la Península Ibérica, se hace cada vez más necesario ponerles nombres y apellidos. Hay que eliminar el secreto bancario y mandarlos a los tribunales. Hablo de aquellos cuyas operaciones han logrado desvirtuar no sólo el valor de las cosas, sino que están llevando a la quiebra al país que les viene en gana.
Mientras nos desangramos, nuestros policías económicos (FMI, BM...) nos exigen más sacrificio. Menuda pandilla de sinvergüenzas se ha creado por este sistema de corruptelas favorecido por una clase gobernante cobarde y pasota, preocupada más por aferrarse al poder que por servir al pueblo que los eligió.
El futuro se pone cada vez más negro. Los ideales que alguna vez significaron bocanadas de libertad hoy son sólo espejismos. El chantaje y la coacción han llevado a los gobiernos a humillar a los pueblos.
Luis Enrique Dorado / Madrid

BP pagará la factura... y el planeta Tierra también
La explosión de una plataforma petrolífera en el golfo de México, propiedad de British Petroleum (BP), podría provocar una de las mayores catástrofes ecológicas de la historia. Obama ha declarado que la compañía BP pagará la factura del desastre, y la compañía ha confirmado que correrá con las indemnizaciones
correspondientes y con los costes de limpieza del vertido.
Ahora bien, si después de estas declaraciones no hay un mea culpa y un propósito de enmienda, podríamos sacar la conclusión de que a una empresa poderosa le sale más a cuenta pagar la factura de los daños que poner los medios para evitarlos. Pero la responsabilidad de un desastre de estas características, que provoca daños ecológicos incalculables, no puede eludirse con el reparto de unos cuantos millones de dólares. Dólares que, al final, terminaremos pagando todos los ciudadanos con una simple subida del crudo.

Ante desastres de esta naturaleza –quizá delitos ecológicos–, hay que decir alto y claro que las causas son la consecuencia de la falta de normas y controles por parte de los estados y de la avaricia e irresponsabilidad de algunas empresas.
Estoy a favor del progreso, pero sólo si lo sabemos controlar. De no ser así, no me interesa; y a nuestro planeta tampoco.
Pedro Serrano Martínez / Valladolid

Cárceles abarrotadas mientras baja la tasa de criminalidad
España tiene uno de los porcentajes de presos más altos de Europa (164 por cada 100.000 habitantes, mientras que la media europea es de 63). Desde 1980, el número de presos se ha cuadruplicado hasta alcanzar hoy 76.000 personas. ¿Cómo es posible que estemos muy por encima de la media europea cuando la tasa de criminalidad en España (47,6 por 100.000 habitantes) es mucho menor que en Europa (70,4)?
En España, la curva de delincuencia ha descendido en los últimos 20 años, pero la sensación general es que tenemos un sistema penal que no castiga suficientemente. Aunque los delitos cometidos por menores sean aproximadamente el 2% del de los adultos, algunos portavoces se empeñan, al hilo de casos horribles y excepcionales, en que se rebaje la edad penal, que a este paso se fijará en la primera comunión. Pero nadie se plantea cambiar a la sociedad, que educa con unos abrasivos valores de competitividad y castiga con la exclusión a los pobres.
David Martínez Piedra / Barcelona

Impuesto milagroso o estafa sacrílega
Jesús nos enseñó a no engañar al prójimo; pero hoy hay quienes, en su nombre, se atreven a pedirnos que en la declaración de la renta pongamos una cruz en "el impuesto religioso", porque "no vamos a pagar más". Pero esto no es un milagro, una divina multiplicación de los recursos, sino un timo. Cierto que el que pone la cruz no paga, de momento, más. Pero él mismo deberá pagar, como el resto de los contribuyentes, y a la fuerza, el agujero que la sustracción promovida por esos cruzados provoca en los ingresos del Estado. Esa pía estafa contra el bolsillo y la conciencia del prójimo es, pues, una falsa y blasfema caricatura de la cruz de Cristo, una sangrienta burla más a Jesús por parte de los fariseos de siempre, que ahora, escudándose sacrílegamente bajo su marca, siguen viviendo a costa de todos los ciudadanos.
F. Gomis Mas / Barcelona

Por la recuperación de la dignidad y la sensatez
Si con la que está cayendo en dos comunidades autónomas gobernadas por el PP, Valencia y Madrid, este partido vuelve a ganar por mayoría absoluta, apaga y vámonos. La devolución del dinero obtenido de manera fraudulenta supondría para las arcas públicas bastantes más ingresos que ahorro supone la eliminación de empresas públicas y altos cargos del Gobierno central. Ni un solo voto para los corruptos.
V. López Martínez / Madrid

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