Con negritas

Un banco que vuelve a estar en el ojo del huracán

El Popular es desde hace años una perita en dulce, que ha logrado preservar su independencia contra viento y marea, a pesar de los reiterados requerimientos que en su día se le hicieron para que participara en el proceso de concentración bancaria. Bajo el largo mandato del legendario LUIS VALS TABERNER, ya desaparecido, el Popular optó por ser cabeza de ratón en vez de cola de león, aún a costa de quedar descolgado del grupo de los grandes, del que durante mucho tiempo formó parte con todo merecimiento. Hoy, mientras BBVA o Santander, hacen alarde del impresionante músculo financiero que han adquirido, el Popular milita en el batallón de los bancos medianos, si bien no por ello ha perdido la fama de banco sólido y primorosamente gestionado que de antiguo lo acompaña.

Para mantenerse a resguardo, sus directivos, ahora con ÁNGEL RON a la cabeza, han procurado rodearse siempre de un potente núcleo duro. Esa coraza representa en la actualidad alrededor del 40% de su capital social, un porcentaje inusualmente alto, pero cuya cohesión fue puesta en duda la semana pasada, cuando empezaron a circular noticias sobre el supuesto deseo de algunos de sus componentes de vender los paquetes accionariales de los que son propietarios. Tanto ellos como el propio Popular, e incluso el hipotético comprador (el empresario mexicano TOMÁS TILMO), negaron de inmediato cualquier vinculación con esos movimientos. Sin embargo, en el aire ha quedado flotando la idea de que el banco, por enésima vez, vuelve a ser objeto de la codicia ajena.

Nada tiene de extraño que el Popular despierte el apetito de los inversores, sobre todo en una época en que la sombra de la sospecha se ha extendido sobre el sector financiero, víctima de la desconfianza generada por la brutal crisis de la hipotecas basura. El Popular, según todos los indicios, tiene una exposición prácticamente nula a esos productos de infausto recuerdo, lo que añade un atractivo más a los muchos que lo adornan. Por el contrario, su dedicación casi exclusiva al mercado doméstico, tan castigado en los últimos meses por culpa de la desaceleración de la economía, es un serio inconveniente, que la bolsa ha reflejado con recortes en la cotización que los rumores desatados la semana pasada han tenido el efecto de frenar en seco.

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