Con negritas

Cómo ganar por un lado lo que se pierde por otro

Con la que está cayendo en la economía española, nada tiene de particular que Inditex navegue con menos brío que cuando el viento soplaba de popa. Los ingresos conjuntos de Zara, Pull & Bear, Massimo Dutti, Bershka, Oysho y Zara Home se están resintiendo por la ralentización del consumo, que no es un fenómeno local, aunque ha adquirido tintes especialmente preocupantes en España.

Entre febrero y abril, primer trimestre de su ejercicio fiscal, la facturación global del grupo ascendió a 2.218 millones de euros, con un crecimiento del 9%. Esa mejora, a simple vista, parece satisfactoria teniendo en cuenta los tiempos que corren. Sin embargo, se da la circunstancia de que durante el último año el número de establecimientos de Inditex  en todo el mundo ha pasado de 3.245 a 3.836, es decir, casi 600 más. Como consecuencia de ello, la venta media por tienda ha descendido un 8,6%.

A pesar de que el imperio levantado por AMANCIO ORTEGA sigue arrojando unos beneficios que para sí querrían tantas empresas (más de tres millones diarios), la bolsa le ha aplicado un nuevo correctivo a su cotización al conocer estos datos. La semana pasada, Inditex se depreció un 2,9%, que se suma al serio deterioro que el valor ha sufrido desde que la economía empezó a mostrar síntomas de agotamiento. A mediados de junio de 2007, las acciones costaban 46 euros y el cierre del viernes fue a poco más de 30.

Como no hay mal que por bien no venga, Amancio Ortega está aprovechando la situación para hacer otros negocios que pueden acabar reportándole también pingües beneficios. A través de su sociedad patrimonial Pontegadea, se ha convertido ya un destacado propietario de inmuebles, tanto en España como en Estados Unidos.

Empezó su colección con la compra de uno en Manhattan, otro en Boston y un tercero en Washington. Éste, cercano a la Casa Blanca, pertenecía al Atlanta Sun Turst, uno de los bancos zarandeados por el tsunami de la hipotecas basura. Pagó luego 460 millones por un puñado de edificios emblemáticos del Santander que EMILIO BOTÍN puso en venta. Y ahora ha llegado a un acuerdo para quedarse con 40 que pertenecen a Caixa Galicia.

En la mayoría de los casos, los antiguos dueños se mantendrán como inquilinos durante años, por lo que Amancio Ortega tiene asegurada así una jugosa renta.

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