Con negritas

SAS deja a Spanair en una comprometida situación

La segunda compañía aérea española, SPANAIR, seguirá de momento dentro de SAS. La única oferta que continuaba en pie, la de GADAIR, no convencía a los escandinavos, que han decidido tirar la toalla después de un año mareando la perdiz.

Su indecisión a la hora de inclinarse por alguno de los pretendientes acabó por aburrir a los dos más prometedores. MARSANS, que estaba interesado en negociar pero no a participar en una subasta, renunció al principio del proceso. Y hace poco fue Iberia, que había entrado en la puja junto con GESTAIR, la que retiró su candidatura después de infructuosos meses de espera.

La renuncia de Iberia se produjo so pretexto de los amenazantes nubarrones que se ciernen sobre la aviación comercial por culpa de la brutal escalada de los precios del petróleo. Circunstancia que está causando un serio quebranto a las cuentas de resultados de la mayoría de las líneas aéreas del mundo entero.

SAS no es inmune al encarecimiento de los combustibles, lo que en teoría debería haberla animado a deshacerse de su filial para soltar lastre. Sin embargo, ha pedido por ella un dinero al que sólo Gadair parecía dispuesta a acercarse, no se sabe muy bien con qué recursos, y al final Spanair no ha podido encontrar otra pareja.

Aunque el cambio de manos no le garantizaba un camino de rosas, la permanencia en el grupo al que ahora pertenece asegura una fuerte poda de las actividades más deficitarias de Spanair, cuya situación ha empeorado mientras SAS deshojaba la margarita. La intención declarada de los escandinavos es cerrar varias de sus bases operativas y quitarse de encima a una parte sustancial de los 3.600 trabajadores que tiene.

Las que no corren peligro, según todos los indicios, son las rutas entre España y Alemania con origen en Barajas y en El Prat, que transportan anualmente del orden de un millón de pasajeros. Una tercera parte aproximadamente de ese volumen alimenta los vuelos intercontinentales de LUFTHANSA, líder de la red Star Alliance, de la que SAS también forma parte. Ambas compañías, además, mantienen buenas relaciones, no sólo comerciales sino también corporativas, que tal y como están las cosas les conviene preservar.

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