Con negritas

El oscuro enredo del Popular

Quince días después de que se conociera el deseo de un grupo mexicano de entrar en el Popular, pocas cosas parecen claras. De los cuatro accionistas significativos que estaban dispuestos a vender, según se dijo entonces, sólo uno ha confirmado a la CNMV el próximo traspaso de sus títulos. Se trata de TRINITARIO CASANOVA, presidente de Hispania, que posee más de un 3% del capital. Los otros se han desmarcado, aunque no todos oficialmente. El potentado portugués AMÉRICO AMORÍN, principal socio individual del banco (7%), ha canalizado su desmentido a través del regulador bursátil. Pero el promotor sevillano NICOLÁS OSUNA y el indio RAM BHAVNANI se han limitado a negarlo todo ante la prensa. En cuanto al comprador, se sabe su nacionalidad, no así su nombre, porque el que circuló inicialmente, TOMAS MILMO, uno de los grandes hombres de negocios de México, sostiene que el interesado no es él.
Casanova dice haber cerrado un acuerdo con el bufete Hassans, radicado en Gibraltar, de cuyos auténticos clientes sólo se sabe que actúan a través de la sociedad Blueprime. El precio pactado es superior a los 14 euros, lo que entraña una sustancial prima respecto del precio de mercado de las acciones, que se justifica por que el paquete de Casanova no iría solo, sino dentro de uno mayor, de no menos del 20%, que sus nuevos propietarios podrían utilizar para hacerse con el control del banco. De hecho, el acuerdo está condicionado a que los abogados de

Hassans sean capaces de conseguir ese porcentaje, para lo que seguramente contarán con el apoyo de Casanova, al que la venta permitiría compensar los reveses de que está siendo víctima por la crisis del sector inmobiliario, donde está el meollo de su actividad.
El presidente de Hispania ha insistido, cada vez que ha tenido oportunidad de hacerlo, en que no es el único socio del Popular involucrado en la operación. Según su versión, hay otros paquetes en línea de salida, cosa que no tiene nada de particular si los compradores acceden a pagar por ellos lo mismo que por el de Casanova. Lo lamentable sería, en todo caso, que los pequeños accionistas no tuvieran la opción de beneficiarse también de esa bicoca, so pretexto de que la obligación de lanzar una opa no nace hasta que se
alcanza el 30%.

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