Con negritas

La incoherencia del PP en la fusión de las cajas gallegas

Cuando decidió celestinear a las dos grandes cajas gallegas, ALBERTO NÚÑEZ FEIJÓO probablemente no supuso que iba a tener que dejarse tantos pelos en la gatera. Esa operación le ha granjeado ya al presidente de la Xunta un montón de sinsabores. Se ha echado encima a buena parte de las fuerzas vivas de Vigo, centro de operaciones de Caixanova, cuyos directivos son contrarios al matrimonio con Caixa Galicia. Tiene enfrente al Banco de España, que no acaba de ver las ventajas de una fusión costosa en términos de empleo y dinero (mil bajas y unos 1.200 millones del FROB). Y, por si fuera poco, parece que incluso quienes tienen la misión de dotar de coherencia a la estrategia económica del PP le han dado últimamente la espalda.

En sus recientes reuniones con el Gobierno, CRISTÓBAL MONTORO ha propuesto una reforma legal que remueva los obstáculos a las uniones interterritoriales de cajas. Lo que supone, sin duda, un misilazo en la línea de flotación del planteamiento de Núñez Feijóo, que se ha metido en este jardín con el propósito declarado de evitar que sus dos entidades caigan en la redes de otra mayor de fuera de la región. La principal amenaza procede de Caja Madrid, que desde el último verano tiene analizadas las ventajas y desventajas de un acuerdo con Caixa Galicia, aunque RODRIGO RATO ha hecho saber que salir de compras no figura entre sus prioridades.

La posición del PP, de todas formas, tampoco se ha caracterizado en esto por la regularidad. MARíA DOLORES DE COSPEDAL puso el grito en el cielo cuando Cajastur adquirió Caja Castilla La Mancha, pero ayer mismo se alineó con los partidarios de reordenar el sector bajo una perspectiva nacional. Hasta MARIANO RAJOY, que en julio del año pasado advirtió de que una fusión de Caixa Galicia con Caixanova "pondría a muchísima gente en la calle", la ha defendido abiertamente luego, quizás sólo por llevarle la contraria al Gobierno, que tiene recurrida ante el Tribunal Constitucional la norma que a Núñez Feijóo le permitiría llevarla a efecto.

Dique seco

Como consecuencia de la admisión de ese recurso, el proceso está actualmente en dique seco, aunque cabe la posibilidad de que se reanude si el Parlamento gallego retira los preceptos impugnados por el Gobierno. El problema estriba en que uno de ellos rebaja la mayoría necesaria para que las asambleas de las cajas aprueben la fusión, condición imprescindible a día de hoy para en Caixanova salga adelante.

La comparación con Madrid
La dificultad de un acuerdo sobre este punto dio al traste con las negociaciones que mantenían al respecto la Xunta y el Gobierno de la nación. En Madrid también hubo un contencioso similar, pero ESPERANZA AGUIRRE tuvo la habilidad de renunciar a lo accesorio para cobrarse la pieza de caza mayor que sin duda era MIGUEL BLESA. No pudo sustituirlo por IGNACIO GONZÁLEZ, su mano derecha, porque Rajoy se negó en redondo, pero supo salir relativamente airosa de aquello.

Camps guarda silencio
Feijóo lo tiene más difícil que Aguirre y no debería perder de vista la prudencia con que se está conduciendo de un tiempo a esta parte FRANCISCO CAMPS. El presidente de la Generalitat valenciana maniobró en otoño para conseguir una fusión defensiva entre Bancaja y la CAM, que era muy mal vista en Alicante, donde todavía abundan los seguidores de su gran adversario político, EDUARDO ZAPLANA. Aunque no se ha desdicho de sus intenciones, al menos públicamente, Camps se está absteniendo de hacer alardes.

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