Corrígeme si me equivoco

Retoque fotográfico

Sabes la típica cosa que, aunque ya te la imaginabas, cuando te la explican con detalles precisos te impresiona aún más de lo que creías? Pues en esas estoy. Ocurrió este sábado, mientras celebraba tardíamente el día de San Patricio en una taberna irlandesa con unos amigos. La conversación derivó hacia el siguiente tema: el retoque fotográfico. Pudimos nutrirnos de información de primera mano, ya que una de las contertulianas trabaja retocando fotos de modelos para catálogos de ropa interior.

A ver, que no me he caído del guindo. Que ya sabía que el retoque digital está a la orden del día. Pero la lista de sus quehaceres laborales, no por previsible, dejó de ser menos sorprendente para mí. Atención, que voy: estrechar caderas, tapar estrías, alisar vientres, quitar pelos del culo, reducir el tamaño del pene cuando es demasiado grande, eliminar la vena del mismo, borrar casi totalmente la axila (no sólo el pelo, sino toda su forma), erradicar los codos, sombrear el abdomen, tapar las ojeras, quitar las pecas, duplicar ojos (si el modelo tiene un ojo más feo que el otro, se coge el ojo bonito y se clona, dejándole los dos iguales), etc.
Me confesaba mi amiga que cuando empezó en el trabajo era incapaz de percibir qué debía corregir en las fotos pero que con el tiempo ya es capaz de hacerlo casi de forma mecánica. La pregunta del terror es: ¿me habré acostumbrado yo también a percibir dichas aberraciones digitales como naturales y habré desarrollado rechazo a un buen culo estriado y celulítico, a un buen pene venoso, a unos ojos bien asimétricos? Dios mío, dame discernimiento más allá del Photoshop.

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