Culturas

El vidente ciego

 Horóscopo chino// JULIO VILLANUEVA CHANG 

El fotógrafo Paco Grande conoce a un astrofísico que se parece a él: alguien que toma fotos del universo con un telescopio electrónico, pero que mientras lo hace no puede ver lo que fotografía. Paco Grande es un fotógrafo ciego, un artista de la visión con retinitis pigmentaria, esa enfermedad hereditaria y degenerativa de la vista que padecen más de tres millones de personas en el mundo. Este español no es el único fotógrafo ciego. También están la estadounidense Flo Fox, el mexicano Gerardo Nigenda, el japonés Toun Ishii y el esloveno Evgene Bavcar, un ex profesor de geografía que es doctor por la Sorbona y cuya especialidad es el desnudo femenino. "Se dice que los fotógrafos somos una raza de ciegos. Que en los más hermosos rostros no vemos más que una relación entre luces y sombras, que en contadas ocasiones admiramos y que nunca amamos. Se trata de un error que intento destruir", dijo Lewis Carroll. 

 
Un día Evgene Bavcar publicó un anuncio en Paris-Match: "Fotógrafo ciego solicita modelos". Nadie le contestó. En cambio, Paco Grande nunca ha buscado modelos, aunque estuviera casado con la actriz Jessica Lange, se separara de ella durante la gira de King Kong y se divorciara el año que ella triunfaría con El Cartero Llama Dos Veces. Amigo del legendario Robert Frank, Paco Grande vive ahora en el Cuzco y dice ser el último de los fotógrafos amateurs. "No retrato para vender. Fotografío para regalar y para tener un fichero de memoria". Cree que lo trágico de la fotografía comercial es que, a fin de cuentas, la foto será de otro. Una vez, con un grupo de amigos fotógrafos de Nueva York, Paco Grande se instaló en una plaza una cámara antigua y artesanal, de esas de velo negro y caja de madera. "La fotografía de plaza es esperar que te busquen", dice él, un ciego con una cuenta bancaria visual que en sus sueños le permite ver a la perfección.

Cuando vivía en Nueva York, Paco Grande era un fotógrafo ciego que leía The New York Times y andaba por sus calles con un perro lazarillo. Recuerda que por entonces en España no lo dejaban subir a los buses con él, pero que en la ciudad de los rascacielos le permitían entrar con el perro hasta al Metropolitan, donde una vez fue a oír Tristán e Isolda de Wagner. Antes caminaba con bastón y trataba de tomar fotos. Luego con su guía labrador seducía a más mujeres. En uno de sus tantos viajes, el perro se perdió y él tuvo que volver a su bastón. "Tengo menos de uno por ciento de vista en mi ojo izquierdo: me he vuelto un izquierdista", se ríe. No ve nada con el derecho. Paco Grande siempre ha hecho su vida y ésta ha sido más que una radionovela. Un día dictaba un taller de cine sin cámaras en Minessota. Otro día, un taller de fotografía intuitiva en Islas Canarias. "Nunca se ve tanto como cuando no se puede ver", escribió sobre él Mario Bellatin. Su oculista, un señor menos poético, prefiere describirlo como un televisor desenchufado.          

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