Culturas

Algún día os querré

UNO DE LOS NUESTROS / PEIO H. RIAÑO

 

Imagino que cuando entra en un espacio con cuatro paredes en blanco hay algo que se le desata, que le hace sacar el cúter y la cinta aislante y emborronarlo todo. Le veo ahí encerrado durante cinco días muerto de vértigo, sin parar. Imagino que no soporta verlo todo tan limpio porque, en realidad, nada está tan limpio. Juan López (Cantabria, 1979) es otro producto más surgido del ruido callejero, que mancha cada hueco libre de la pared y altera nuestra percepción de la ciudad. Es uno de los artistas más apegados a la estética gritona y macarra que se gasta la banda publicitaria.

Dime a, dime ámame

Junto a las líneas de cinta negra que corta y pega sobre las paredes que le ponen a pedir de boca, como ahora las de la galería madrileña La Fábrica, introduce también palabras troceadas, distorsionadas y retorcidas. Cien por cien lenguaje coloquial, cero moralina, perlas que se le presentan sin avisar: "Para tu tara", "Ten Fe", "Haz butrones y limonada" o "No sé cuándo ni cuánto pero os querré". Juan se planta ante el prójimo escondido tras sus dibujos murales, para darle un poquito de buen rollo, para ofrecer puntito de ánimo que falta hace. Entre tantos malos humos, busca un encuentro que alegre, que agrade y que provoque pequeñas experiencias simpáticas. "Sólo busco 10 segundos de algo bonito". Lo bien que sienta de vez en cuando volver a la ingenuidad. Oye, que para arreglar el mundo siempre hay tiempo, aunque no se pueda hacer nada por él.

Dos por uno

Yno pide nada a cambio. Le gusta cómo lo dice la valla publicitaria, pero luego no pasa el cacillo. De hecho, estas acciones sobre pared difícilmente se venden. Desaparecen y si te he visto no me acuerdo. "Siempre quise hacer trabajos que no generaran objetos". Todo se destruye, nada se transforma. Imagino que se toma las paredes como hojas de papel, en las que incluye las texturas de Software, de 3D, motivos industriales y urbanos. Más que temas, motivos. Más que impacto, sugerencia. Más que arenga, belleza.

Accidentes fortuitos

Otra de las virtudes que han hecho de él en los últimos cinco años uno de los referentes del arte emergente es la capacidad para asumir lo inesperado. Con lo imprevisible se lleva a las mil maravillas e improvisa con motivos que no estaban ni en sus planes, ni en sus bocetos. Todo lo que pasa durante esos cinco días en los que se encierra para montar el mural será bienvenido. Así es como llegó a la cinta adhesiva, por pura potra: estaba marcando alturas en una habitación para un trabajo y no se podían pintar las paredes. En unos meses aprendió a hacer curvas, modelar la cinta adhesiva y ya no se la puede despegar de encima.

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