Punto de Fisión

Suspense a la europea

La costumbre en el PP es soltar el nombre del candidato en el último momento, justo antes de imprimir las papeletas electorales. Es sexo tántrico, al estilo de Sánchez Dragó, reteniendo la eyaculación hasta que ya no se puede más, sólo que en Génova se hace a dedo. Este cultivo digital del suspense resulta ante todo una forma de jugar al despiste y fomentar el buen humor general, una variante de la gallinita ciega que mantiene entretenida a la prensa y además sirve para que el mandarín de turno luego no tenga tiempo de arrepentirse.

Mariano quedó tan traumatizado por si su nombre iba o no iba en las quinielas del cuaderno azul de Jose Mari que hasta pensó en suprimir el color azul del logo del partido y pintar a las gaviotas de fucsia o de verde fosforito. Aquello de balancearse en un triunvirato virtual le pareció una crueldad innecesaria, aunque tan sofisticada que ha decicido mantener en vilo a todo el personal, igual que en la famosa escena evangélica: "Os digo que antes del 25 de mayo uno de vosotros irá de candidato a las europeas. O no". En el congreso, Mariano se lo pasa en grande paseándose arriba y abajo por toda su bancada, contándole chistes belgas a Cañete y preguntándole de repente a Soraya si tiene el pasaporte en regla y si ha hecho las maletas. "¿Por qué me lo preguntas, presidente?" "Por nada, por nada. Cosas mías".

Cada día que pasa, en cada rueda de prensa sobre el tema, a Floriano se le va poniendo más y más pinta de maestro de cerenomias en un bingo, que por algo está obligado a cantar un nuevo número para que los periodistas sigan tachando los cartones. Lo último que se les ha ocurrido es una idea genial del gabinete de comunicación, a saber: que cada español participe en el programa para las elecciones europeas y envíe sus sugerencias en un mensaje con menos de 140 caracteres. "Pide lo que quieras, que ya haremos nosotros lo que nos dé la gana" podría ser el leit-motiv de esta campaña de redacción tan original e interactiva. Total, no es una estrategia muy distinta a la de su último programa electoral, sólo que aquel venía impreso en papel higiénico.

El programa del PP para las europeas es un misterio absoluto, igual que el nombre del candidato definitivo, que hasta podría ser Cañete, un hombre que en Bruselas iba a revolucionar el consumo de mejillones. En cierto modo, qué más nos dará que el primero de la lista vaya Cañete, que vaya Floriano o que vaya el penúltimo bedel de Génova, si al final la que corta el bacalao es Merkel. Mariano I de España y V de Alemania incluso tenía pensado en enviar otra vez a Alfredo Landa, pero los asesores le avisaron a tiempo de que ya no estaba disponible. En cuanto al programa electoral, de los 140 caracteres que escriba cada concursante van a sobrar exactamente 140 caracteres.

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