Punto de Fisión

Mariano, cardiólogo

Hay cosas que nunca cambian y los asesores presidenciales son una de ellas. Los de José Luis rastreaban poemarios apaches en busca de nubes de humo mientras que los de Mariano prefieren las películas de terror. Ha debido de ser Mariló Montero quien ha sugerido al presidente la oportunidad de aprovechar el servicio nacional de transplantes para reforzar la unidad de España con una metáfora de lo más cardíaca: "Un andaluz vive con un corazón catalán gracias a la solidaridad". Y se le ocurre decirlo, con la sensibilidad que le caracteriza, justo un día después de que Botín, el rey de la solidaridad, muriese de un infarto.

El cruce entre el catalán y el andaluz es un clásico del humor español con el que hicieron maravillas Eugenio, Josele, Pepe Da Rosa, Felipe González y Pujol entre otros caricatos. Que el catalán siempre salga revestido de tacañería y el andaluz de pereza es la viga maestra que ha sostenido no sólo innumerables chistes, chascarrillos y anécdotas sino buena parte del ideario nacionalista. El penúltimo chascarrillo es la aventura de Pujol acudiendo a una vidente para que le pasara un huevo duro por la chepa (un huevo de gallina, no de Pujol, se entiende) y según pintara el color del huevo así salía el pronóstico. Al parecer las predicciones fueron tantas y tan acertadas que Pujol decidió montar una consulta alternativa enviándole a la hechicera clientes por los que se llevaba una sustanciosa comisión. Da escalofríos pensar que, dentro de unos siglos, los historiadores que rastreen el origen del imperio catalán encontrarán en la base un huevo duro, lo que parece un calco del huevo aquel de Colón sobre el que se forjó la expansión del reino de Castilla. Al final la Historia siempre es cuestión de huevos. A Pujol, como siempre, lo cegó la posibilidad de hacer negocio.

El caso es que Mariano no ha calculado la inconveniencia de aludir a un transplante de corazón no ya con el banquero número uno de cuerpo presente, sino con un andaluz vivo y un catalán muerto por en medio. Los separatistas de Esquerra no van a ver el momento de exagerar la metáfora: "Hosti, tú, éste no sólo quiere sacarnos la pasta: quiere sacarnos las entrañas". El trasplante de corazón, uno de los grandes milagros de la cirugía, arrastra la mala prensa de que es una operación que se concibió y se llevó a cabo en Sudáfrica en los tiempos chungos del apartheid. Mariano hubiese hecho mucho mejor callándose, que es lo único que sabe hacer bien, o bien en ponerse a operar desde una pantalla de plasma.

Hablando de plasma, la cirugía mariana ha sido tan inoportuna que incluso le pueden llover collejas de Mariló Montero, una de las grandes ideólogas del PP. Hace sólo unos meses que la filósofa de tocador se explayó a gusto en su tribuna matinal sobre la posibilidad de que el alma de un asesino que donara sus órganos se trasvasara al paciente. Escolta, nen, qué espanto imaginarse a un camarero andaluz que, según se despierta de la anestesia, empieza por racionar las aceitunas, abre una cuenta secreta en Andorra y luego, ya totalmente poseído por el catalanismo, se pone a reclamar la independencia. Lo del transplante es tan contagioso que Pedro Sánchez, el cirujano jefe del PSOE, ya está soñando en formalizar su relación de pareja con la derecha en una coalición de los dos grandes partidos siameses.

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