Punto de Fisión

Para reírse un Rato

No sé ustedes, pero yo echo un montón de menos al doctor Rosado, aquella eminencia médica televisiva que curaba a base de ocurrencias. La verdad es que curar no curaba nada, pero lo que nos reíamos. Precursor de Paco Porras, de Paulo Coelho y del neoliberalismo, el doctor Rosado recetaba fórmulas exclusivas contra la calvicie, el exceso de vello y la obesidad que no sólo no funcionaban sino que agravaban el problema a ojos vista. No era raro ver salir de su consulta, protestando y echando pestes, a mujeres barbudas, calvos sin cejas y gordos irreversibles. Al estilo de las estafas piramidales del FMI, según iban fallando sus primeras estrategias, Rosado no dejaba de proponer nuevos tocomochos. Si llegó a aconsejar a toda España que apagaran cigarrillos en la cabeza de un niño ahogado, qué cosas no llegaría a aconsejar en privado.

Que un antecedente de la telebazofia como el doctor Rosado ande perdido en estos tiempos de Telemadrid y Tele5 da mucha penita. Pero su ausencia (tras el hiato de su estancia en la cárcel, donde ha recalado varias veces y ha pasado unos cuantos años, suponemos que estudiando medicina y riéndose a carcajadas) resulta demasiado inquietante. Da la impresión de que el doctor Rosado podría ser el fontanero jefe oculto tras algunas de las mejores maniobras del gobierno, desde el finiquito en diferido de Cospedal al mensaje mariano de apoyo a Bárcenas.

Por no hablar de la lista de explicaciones que se sacó de la manga el ministro Fernández Díaz en rueda de prensa, las cuales parecen listadas directamente de un folleto de una de las clínicas del doctor Rosado. Especialmente el detalle de los cientos de tuits amenazantes (tan amenazantes que nadie los ha visto) a un personaje que ni siquiera tiene cuenta en twitter. Sea de quien sea la idea, la excusa huele mucho a cinefilia; la cosa está entre La amenaza fantasma y Los 400 tuits, que suena a remake posmoderno de Truffaut. Como siga por ese camino, al final a Rato también lo van a acusar de entrar en twitter a través de una cuenta de Bankia.

En el ejecutivo de Mariano, el doctor Rosado debería ser, como mínimo, ministro de Sanidad, aunque difícilmente habría superado la gestión de la crisis del ébola como lo hizo Ana Mato, a quien sólo faltó mandar que toreasen al perro Excalibur en Tordesillas y que apagaran cigarrillos en la cabeza de la enfermera para ir atajando la infección. Sin embargo, hay muchos periodistas mamporreros y afectos que se han tragado hasta la bola las explicaciones del ministro, aprobación por otra parte lógica, ya que también se comieron sin rechistar aquel glorioso "Luis, sé fuerte" con su posterior rueda de prensa en 48 pulgadas. Se entiende que Mariano haya colocado a Fernández Díaz como buque insignia, porque estos últimos meses la legislatura va a estar entre el milagro y el comulgar con ruedas de molino. Dos terapias en las que el doctor Rosado fue pionero consumado. Pase lo que pase, nos vamos a reír un Rato.

 

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